En una demostración de la fuerza del sector pro sirio, la oposición libanesa dirigida por el Hezbolá chiíta organiza hoy en Beirut una manifestación y una sentada ilimitada para tratar de provocar la caída del gobierno, en medio de fuertes medidas de seguridad.
El dispositivo militar instaurado desde el asesinato del ministro de Industria cristiano Pierre Gemayel, el 21 de noviembre, fue reforzado y los tanques del ejército estaban desplegados masivamente, protegiendo el centro de Beirut e impidiendo el acceso hasta la sede del gobierno.
Respondiendo al llamado hecho ayer por el jefe del Hezbolá, Hassan Nasralá, la multitud comenzará a dirigirse hacia el centro de la ciudad desde la mañana, antes de la manifestación prevista para las 15H00 (13H00 GMT), acompañada de una sentada ilimitada.
«Llamamos a todos los libaneses, de todas las regiones y de todas las corrientes políticas, a participar en la manifestación popular, pacífica y civilizada de hoy», había declarado Hassan Nasralá ayer en la televisión.
Su aliado, el general Michel Aoun, jefe de la oposición cristiana, había hecho el miércoles un llamado en el mismo sentido.
Una de las consignas dadas por la oposición era que sólo la bandera libanesa debía ser enarbolada por los manifestantes.
De su lado, el gobierno pidió que los libaneses pongan la bandera nacional en sus balcones.
El Hezbolá, un partido político muy estructurado y dotado de una organización militar, movilizó un servicio de orden de más de 5.000 hombres, según el diario Al Akhbar.
Durante toda la noche de ayer, automóviles con banderas amarillas del Hezbolá y del movimiento chiíta Amal recorrieron las calles de Beirut, para llamar a la gente a manifestar.
Esta manifestación, después de semanas de una crisis que tiene paralizadas las instituciones del país, tiene por objetivo declarado hacer caer al gobierno apoyado por Occidente del primer ministro Fuad Siniora, salido de la mayoría antisiria en el poder desde 2005, y provocar elecciones legislativas anticipadas.
Fuad Siniora replicó ayer que su gobierno «no cederá» a las tentativas de restablecer «la tutela» extranjera sobre Líbano.
Se refería a los 29 años de presencia siria en Líbano (1976-2005), que terminó a fines de abril de 2005 por presión de la comunidad internacional y de manifestaciones callejeras.
El sector antisirio, en el poder desde las elecciones de mayo y junio de 2005, sospecha que Siria quiere restablecer su tutela sobre Líbano y en particular impedir el proyecto de crear un tribunal internacional para juzgar a los asesinos de Rafic Hariri, ex primer ministro muerto en Beirut el 14 de febrero de 2005.
Responsables sirios y libaneses han sido acusados en este atentado, pero Siria siempre ha negado estar implicada.
Desde hace varias semanas, el Hezbolá, apoyado por Siria e Irán, reclama para él y para sus aliados cristianos un lugar mayor dentro del gobierno, del cual cinco ministros chiítas y un sexto pro sirio dimitieron, acusando a la mayoría antisiria de acaparar el poder.
Desde entonces, la legitimidad del gobierno ya no es reconocida ni por el jefe del, Estado Emile Lahoud, ni por el presidente del Parlamento, Nabih Berri, ambos vinculados a Siria.
Las tensiones entre pro y antisirios se agravaron después del asesinato de Pierre Gemayel, tras el cual los dirigentes de la mayoría vieron una vez más la mano de Siria.
La prensa libanesa aparecía dividida hoy sobre la conveniencia de esta manifestación: los diarios pro sirios se referían a una reivindicación legítima, y los cercanos al sector antisirio a un «golpe de Estado».