La oposición libanesa, dirigida por el Hezbolá chiíta, se dispone a manifestar mañana con el propósito de provocar la caída del gobierno pro occidental de Fuad Siniora, en una nueva etapa de un peligroso proceso de ruptura entre los sectores pro y antisirios.
Hoy, la oposición llamó a «todos los libaneses» a manifestar mañana a partir de las 15:00 (13:00 GMT) en el centro de Beirut para obtener la formación de un gobierno de unión nacional, la primera etapa hacia elecciones legislativas anticipadas.
El miércoles, el jefe de la oposición cristiana, el general Michel Aoun, aliado del Hezbolá, había llamado a «todos los libaneses» a salir a las calles.
Desde hace varias semanas, el poderoso Hezbolá reclama para sí y sus aliados cristianos una participación mayor en el gobierno de Fuad Siniora, en el cual cinco ministros chiítas y un sexto cristiano pro sirio presentaron su renuncia.
Desde los años ’80, el partido chiíta, que domina el sur del país, construyó su popularidad en su resistencia al ocupante israelí y en la acción de sus combatientes que enfrentaron en julio y agosto de este año la ofensiva del Estado hebreo.
Como corolario de la «victoria» contra Israel, el Hezbolá, representado por dos ministros de los 24 que tiene el gobierno dominado por una mayoría antisiria formado en 2005, cuenta ahora ganar influencia en el terreno político.
Desde el asesinato el 21 de noviembre de 2006 del ministro cristiano Pierre Gemayel, las tensiones han aumentado entre el sector antisirio, apoyado por los occidentales, y la oposición, cercana a Damasco.
El catalizador de esta ruptura es el proyecto de un tribunal internacional que estaría encargado de juzgar a los asesinos del ex primer ministro Rafic Hariri, muerto el 14 de febrero de 2005 en Beirut.
Responsables sirios y libaneses han sido implicados en este atentado, aunque Damasco desmintió toda participación.
La mayoría, que sospecha que Siria quiere volver a instaurar su influencia en Líbano después de una tutela de 29 años (1976-2005), convirtió al funeral de Pierre Gemayel, el 23 de noviembre, en una gigantesca manifestación popular contra el poder en Siria.
La oposición, consciente del peligro de desbordes perjudicial para sus intereses, insistió en el carácter «pacífico» que deben tener las manifestaciones.
De todas maneras, el comandante en jefe del ejército libanés, el general Michel Sleimane, llamó a sus hombres a «estar preparados» para enfrentar todo desborde.
Por su parte, la mayoría antisiria llamó a los libaneses a mantenerse «absolutamente listos para oponerse a un putsch fomentado por Siria». Era sobre todo una respuesta a un llamado del presidente Emile Lahoud, vinculado a Siria, quien pidió a los empleados públicos que no obedecieran las órdenes gubernamentales.
Los dos partidos chiítas, el Hezbolá y el Amal, y la Corriente Patriótica Libre (CPL) del general Aoun, exigen la creación de un gobierno de unión nacional encargado de preparar elecciones legislativas anticipadas.
Después de que los ministros pro sirios renunciaron a sus puestos, este sector no reconoce la legitimidad del gobierno, donde sólo está representada la mayoría parlamentaria antisiria, una coalición de sunitas, druzos y cristianos.
La comunidad chiíta, un tercio de los habitantes de Líbano, no participa más en el gobierno, aunque el Pacto Nacional, base de la vida política libanesa, prevé la coexistencia entre las comunidades.