Irak conmemora hoy el quinto aniversario de la caída del régimen de Saddam Hussein con su capital, Bagdad, bajo el toque de queda y un nuevo aumento de la violencia en el bastión chiíta de Ciudad Sadr.
Tres disparos de mortero cayeron durante la mañana en Ciudad Sadr, bastión de la milicia chiíta del Ejército de Mahdi del clérigo radical Moqtada Sadr, matando al menos a siete personas e hiriendo a 24, informaron funcionarios iraquíes.
Un disparo de mortero cayó en una casa mientras una familia desayunaba. «Tres miembros de la familia, incluidos dos niños, murieron en el ataque», dijo un médico de Ciudad Sadr que pidió el anonimato.
Otro proyectil cayó sobre una carpa levantaba con ocasión de una ceremonia fúnebre en honor de una persona fallecida a principios de semana y el tercero, en una parcela vacía.
Otras seis personas habían muerto durante la noche y 15 resultaron heridas como consecuencia de los enfrentamientos en Ciudad Sadr entre tropas estadounidenses y milicianos chiitas.
Este gran barrio situado en el este de Bagdad es escenario desde el domingo de combates entre el Ejército de Mahdi y tropas estadounidenses e iraquíes, en los que han muerto por lo menos 55 personas.
El ejército estadounidense afirma perseguir a «criminales» que lanzan cohetes contra Bagdad y la fortificada Zona Verde de la capital, donde están el gobierno de Irak y la embajada de Estados Unidos.
Sadr había convocado para este miércoles una manifestación multitudinaria en Bagdad como protesta por los cinco años de ocupación estadounidense, pero el martes decidió anularla para «evitar que corra sangre iraquí».
En la mañana del miércoles, salvo los automóviles de las fuerzas de seguridad, en todo Bagdad no circulaba casi ningún vehículo y las calles estaban desiertas.
Las autoridades militares impusieron una prohibición de circular a todos los vehículos entre las 05H00 y las 00H00 del miércoles (02H00 y 21H00 GMT) para evitar atentados con coche-bomba por parte de los insurgentes sunitas.
También la ciudad natal de Saddam Hussein, Tikrit, estaba bajo el toque de queda durante todo el día, según un correponsal de la AFP.
Las tropas estadounidenses tardaron sólo tres semanas en derrotar al ejército de Saddam Hussein, poniendo fin a su régimen el 9 de abril de 2003.
Ese día, un marine estadounidense echó una cuerda en torno al cuello de una estatua gigante de Saddam en Bagdad y la tiró al suelo en un acto que simbolizó la caída del brutal régimen del dictador iraquí.
Pero cinco años después, el ejército estadounidense y el nuevo gobierno iraquí, encabezado por los chiitas, siguen sin lograr poner fin al baño que sangre que ha costado la vida a decenas de miles de personas y ha desplazado a más de cuatro millones.
Para los iraquíes, esos cinco años han sido un periodo de confusión y violencia.
«Cuando vi los tanques estadounidense entrar en Bagdad estaba feliz y repleta de sueños (…) sueños de un Irak próspero y desarrollado. Pero desde entonces se han convertido una pesadilla de sufrimiento y destrucción», afirma Sarah Yusef, de 25 años.
Majeed Hameed, propietario de una tienda de regalos en el norte de Bagdad, afirma que los tanques estadounidenses que recorren la calles de Bagdad son visto ahora como fuerzas «enemigas».
«No podemos describir cuán salvajes son estos bárbaros cuyas promesas eran falsa y plagadas de mentiras. Vinieron a ocupar y a causar destrucción. Sólo obtuvimos desastres», afirma.
Los temores de un nuevo auge de la violencia se acentuaron después de que Sadr, iracundo por los ataques contra sus milicianos, amenazase el martes con poner fin a tregua que su Ejército de Mahdi ha respetado desde agosto.
Majeed Hameed
comerciante de Bagdad