Propuestas al grano


Nosotros no queremos que nadie nos venga a dar la comida en la boca, lo que queremos es que nos apoyen con los medios para poder trabajar. Con frases como esta, en un documental titulado «Vamos al Grano» varias mujeres mesoamericanas cuentan la dura situación que les toca vivir en el campo.

Lourdes ílvarez
usacconsultapopular@gmail.com

La principal demanda: inversión sustentable en el campo con el objetivo de fortalecer la pequeña agricultura como opción de desarrollo y garantí­a de seguridad alimentarí­a.

El documental fue recientemente presentado en el marco del Dí­a Mundial de la Mujer Rural y el Dí­a Mundial de la Alimentación, por 20 organizaciones indí­genas y campesinas del paí­s.

En él se recogen los testimonios de mujeres campesinas mexicanas, hondureñas y guatemaltecas, que evidencian las consecuencias del abandono del campo por parte de los gobiernos.

La carga más dura de ese abandono la llevan las mujeres, pero en especial la mujer rural, indí­gena y campesina, porque sus condiciones de salario, acceso a la tierra, e incluso alimentación, se encuentran en grave desigualdad respecto a otros.

Se registran casos donde ante la falta de alimentos en el hogar, las mujeres dejan de comer por darle a sus hijos y esposos.

Su condición de mujer en una sociedad altamente machista, también las hace ví­ctimas de hostigamiento sexual, discriminación, explotación, violencia y racismo.

Pero detrás de toda historia, siempre hay una historia, suele decir mi buen compañero Aureliano, y tiene toda la razón. Mesoamérica históricamente ha sido una región de riqueza agrí­cola, no obstante, los sistemas económicos que se han implementado otorgan privilegios a grandes sobre pequeños productores.

Hoy la tierra está concentrada en manos de unos cuantos, que se dedican a sembrar agro-combustibles. Y si algunos, ya de perdidos siembran granos básicos, son semillas alteradas genéticamente.

Las consecuencias, obviamente las pagan mujeres y hombres que no fueron favorecidos, y son tan terribles que en nuestro paí­s mueren más mujeres y niñez de hambre que por cualquier otro tipo de causas.

Cada año el cí­rculo de la desigualdad ocupa las primeras planas con imágenes de niños cadavéricos y el concepto seguridad alimentaria, se confunde impunemente con el de desnutrición. No falta quien organice colectas en el colegio, la U, y hasta en el trabajo. Estas en nada si no das una libra de azúcar para el hermano chapí­n que no tiene que comer.

En los últimos años, Guatemala dejó de producir los alimentos necesarios para la demanda de su población, convirtiéndose en un paí­s altamente dependiente de la importación de Estados Unidos.

Cuatro mil 100 millones de dólares anuales destina México, Honduras y Guatemala para la compra de alimentos no producidos en sus tierras.

Sin duda es algo que merece atención urgente, pero según informaron las organizaciones que lanzaron el documental, pese a la amplia convocatoria a personalidades del Gobierno, embajadores, diputados entre otros y otras, ni oí­dos y mucho menos vistos en el evento.

Hablar de origen y sobre todo de causas estructurales, siempre crea sentimientos encontrados. Pero poner sobre la mesa demandas y propuestas en beneficio de los desfavorecidos, la cuestión ya toca bolsillos.

Urge la voluntad polí­tica del Estado para garantizar y sobre todo asumir compromisos concretos en este tema. Ahí­ están las demandas y propuestas desde las mismas comunidades, no hay pierde. ¿Les mando el ví­deo?