Las justificaciones que se han dado para proponer reformas a la Constitución Política de la República de Guatemala son que fue hecha en tiempo de guerra y que es producto de una crisis. Con todo respeto no puedo aceptar ninguno de los dos. Es cierto que en ese tiempo la guerrilla trataba de usurpar el poder mediante la violencia armada, pero también es cierto que por primera vez en la historia de Guatemala se convocaba libre y popularmente a una Asamblea Nacional Constituyente, la que fue electa con el voto de más del 85% del padrón electoral.
Elección única que le otorgó a los constituyentes un amplio mandato para entrar a estudiar, conocer, dialogar, discutir y emitir la Constitución Política de la República de Guatemala sin ningún tipo de presiones ni de intervenciones. La Asamblea Nacional Constituyente oyó a quien consideró necesario y a quien se lo solicitó. Dentro de ella, a pesar de las diferencias políticas que existían, era unánime en cuanto su responsabilidad de entregarle a nuestra Guatemala un documento que estuviera por encima de nuestros intereses personales, que superara al tiempo y que reflejara y resolviera las necesidades fundamentales de un Estado moderno.
No olvidemos que una Constitución no es, como muchos tratan de pensar, una panacea que resuelva todo, ni es un conjunto de normas que regulen y legislen sobre todos los temas del Derecho. Una Constitución debiera de concretarse en reconocer a la persona humana, sus derechos, su relación con el Estado, su defensa frente a los posibles abusos del Estado y luego definir la forma en que se debe organizar el Estado y administrar la cosa pública.
Nuestra Constitución cumple con exceso esos requisitos. De una brevísima lectura podemos ver que invoca la iluminación y bendición de Dios para nuestra Patria. Afirma la primacía de la persona humana como sujeto y fin del orden social; reconociendo a la familia como génesis primario y fundamental de los valores espirituales y morales de la sociedad. Consagra la Protección a la Persona Humana y la de su familia siendo quizás la única Constitución del mundo que protege la vida humana desde la concepción. Consagra la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona. Consagra los Derechos Humanos reconociendo el derecho de reunión y manifestación, el derecho de asociación. El derecho de libre asociación, el de libertad de emisión del pensamiento, de libertad de religión, del uso y disfrute de la propiedad privada. Reconoce el derecho a la cultura, a la salud, al trabajo. Proclama que la soberanía radica en el pueblo y que el Estado es el servidor de la persona. Recoge el principio de que toda persona es libre de hacer todo aquello que no esté prohibido, mientras que el Estado solo está facultado para hacer lo que la ley expresamente le autoriza, obligando al Estado a respetar a sus ciudadanos y limitando el abuso de poder. Supedita al Estado frente al Derecho y creando un estado de Derecho. Supedita al Estado frente al Derecho condenando el abuso y la arbitrariedad. Organiza al Estado reconociendo los tres poderes, como poderes independientes uno del otro pero debidamente coordinados entre sí. Crea los organismos de protección de la propia Constitución. Consagra el Principio de Supremacía Constitucional y como dice el preámbulo constitucional responsabiliza al Estado “de la promoción del bien común, de la consolidación del régimen de legalidad, seguridad, justicia, igualdad, libertad y paz; inspirados en los ideales de nuestros antepasados y recogiendo nuestras tradiciones y herencia cultural; decididos a impulsar la plena vigencia de los Derechos Humanos dentro de un orden institucional estable, permanente y popular, donde gobernados y gobernantes procedan con absoluto apego al Derecho.”
Considero que la Constitución Política de la República de Guatemala llena a cabalidad todos los requisitos de un verdadero Pacto Político y Social. Que quizás no se haya divulgado lo suficiente, creo que es cierto, que se ha incumplido en exceso, también es cierto, que se ha abusado de ella, no hay duda, entonces en vez de pensar en reformas innecesarias o politiqueras enfoquemos nuestra energía en divulgar la Constitución Política de la República de Guatemala. Enfoquemos nuestras reformas en estudiar cómo hacerla cumplir y fundamentándonos en sus principios busquemos la gobernabilidad que se ha perdido pero no porque no la contemple la Constitución sino por el incumplimiento de las autoridades y la apatía de los ciudadanos.