El franco y poderoso ministro israelí del Exterior enfureció a la minoría árabe del país al proponer que algunos de los pueblos y villas de Israel sean entregados a un futuro Palestina a cambio de zonas de Cisjordania donde viven judíos asentados.
Pese a ser rechazada tanto por líderes palestinos como israelíes, la propuesta agudizó los temores de los árabes de que no son bienvenidos en el Estado judío y los deja en la postura incómoda de insistir en seguir siendo israelíes. Ellos aseguran que su solidaridad hacia sus hermanos palestinos no significa que sean desleales a su propio país y no deberían ser tratados como ciudadanos de segunda categoría.
«Yo no vine a Israel, Israel vino a mí… Ellos no pueden quitarme mis derechos», dijo Abdul Rahman Haj Yahiya, de 79 años y residente de octava generación de Taybeh. «Si los israelíes pueden identificarse con los judíos de todo el mundo, ¿por qué no puedo yo identificarme con los árabes también?»
Un pueblo como Taybeh, hogar de cerca de 40 mil personas y sólo a 1.6 kilómetros (una milla) de distancia de Cisjordania, probablemente sería blanco principal bajo el plan del ministro israelí del Exterior, Avigdor Lieberman. Lieberman, una voz cantante en el llamado campamento nacionalista de Israel, durante mucho tiempo se ha mostrado escéptico ante los intentos de paz con los palestinos y es crítico frecuente de la minoría árabe de Israel. Su más reciente propuesta parece tener la intención de complicar los esfuerzos de paz del secretario de Estado norteamericano John Kerry tanto como inquietar a la comunidad árabe de su país.
Los árabes en Israel representan aproximadamente el 20% de los ocho millones de ciudadanos del país. Son descendientes de quienes decidieron quedarse en el país durante la fundación de Israel en 1948, en contraste con los cientos de miles de palestinos que huyeron o fueron expulsados.