Uno de los señalamientos más fuertes para el gobierno de Pérez Molina y Baldetti durante el primer año de su gestión ha sido el de la poca transparencia en la ejecución de compras y contrataciones en las dependencias del Estado. No hay guatemalteco con dos dedos de frente que no arrugue la nariz al preguntarle su opinión sobre la forma en que se han administrado los fondos públicos, dejando entrever desde un principio que ni por asomo existe una mínima confianza, fuera para hacer concesiones, como para comprar uniformes o pasaportes, mucho menos para desarrollar obras o proyectos de mayor magnitud.
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Es inocultable el desencanto popular sobre la materia, por lo que opino que si el gobierno desea llevar a cabo una buena gestión en los tres años que le faltan, el primer propósito para el año 2013 debiera poner orden y legalidad en todos sus actos. De ahí que aconseje no perder el tiempo en crear oficinas, secretarías, comisiones o como quieran llamar a las dependencias que pudieran transparentar el actuar gubernamental pues esas, aparte de inútiles, solo sirven de carátulas que desde hace rato son muy poco creíbles para la población. La única manera de demostrar la honestidad y transparencia es actuar sin ocultar nada y con apego a la ley.
Cada dependencia debiera, sin ninguna excepción ni pretexto, tener la obligación de publicar de la mejor manera posible la información más amplia y detallada de lo que está haciendo, ya fuera para comprar su papelería y útiles, no digamos para adquirir cualquier tipo de maquinaria, equipo y servicios. Efectivamente, de entrada deben eliminarse las tradicionales excusas de ocultar algo por tratarse de “secreto de Estado” o que con ello se podría poner en peligro la estabilidad o la gobernabilidad del país. ¡Pamplinas! Si en verdad existieran los mentados riesgos, primero debieran demostrarse y luego tomar la acción que corresponda.
A la hora de exponer lo antes dicho a un amigo me dijo: -sí, estoy de acuerdo contigo, pero debes tener en cuenta que los políticos cuando se encaraman al poder se ponen muy susceptibles y entonces sería mejor no tocar el tema, salvo que lo hagas con pinzas-. Por eso es que estamos como estamos, le respondí, porque los chapines ya volvimos costumbre hablar en términos imprecisos o andar con medias tintas. Creo que el Presidente y la Vicepresidenta son ya gente madura que deben entender que no se trata de manejar su dinero de lo que estamos hablando, sino del dinero de todos los guatemaltecos, por lo que los ciudadanos tenemos pleno derecho a juzgar cómo, cuándo y dónde deben emplearse los fondos públicos y no hacerlo como a ellos mejor se les antoje. Bien dijo el cronista clásico español, Luis Cabrera de Córdova: “No seré yo quien con palabras supla mis actos, sino que serán mis actos los que expliquen mi conducta”.