Proponen plan de paz a Karzai


El presidente afgano, Hamid Karzai habla después de firmar un decreto en el Palacio Presidencial. AFP PHOTO / Shah Marai

El segundo grupo insurgente islamista de Afganistán, después de los talibanes, fue a Kabul para proponer un plan de paz al presidente Hamid Karzai, que lo «está estudiando», indicaron hoy fuentes oficiales afganas.


Se trata de Hezb-e-Islami, uno de los grupos de resistencia durante la ocupación de Afganistán por las fuerzas soviéticas en la década de 1980. Está dirigido en la actualidad por un ex primer ministro afgano, Gulbudin Hekmatyar.

«Una delegación que incluye a dirigentes de Hezb-e-Islami se encuentra en Kabul, con un plan de paz de 15 artí­culos que someterá para negociación al gobierno», declaró el portavoz del movimiento, Harun Zarghon.

Según él, uno de estos puntos exige un «calendario claro de retirada» de las fuerzas internacionales, lo que se puede interpretar como un cambio en el jefe de guerra Hekmatyar, que el 22 de enero aún exigí­a como condición indispensable para un diálogo la salida de los soldados extranjeros.

«Confirmo que tuvo lugar un encuentro entre una delegación de Hezb-e-Islami y el presidente hace un par de dí­as», declaró por su lado Waheed Omar, un portavoz de Karzai.

«Aportaron un plan de paz, una propuesta, y el presidente la está estudiando», añadió.

Efí­mero primer ministro en dos ocasiones en los años 1990, Hekmatyar figura en la «lista negra» de la ONU, junto al molá Omar, jefe supremo de los talibanes.

Washington calificó a Hekmatyar en 2003 de «terrorista» y lo busca por haber, según el departamento de Estado, participado y apoyado actos perpetrados por Al Qaida y los talibanes.

Durante la ocupación soviética de Afganistán de 1979 a 1989, Hekmatyar era uno de los principales jefes de guerra que luchaban contra el Ejército Rojo y el principal beneficiario, entonces, de la ayuda financiera y armamentí­stica de la CIA.

Hoy en dí­a Hezb-i-Islami mantiene ví­nculos ambiguos con los talibanes, con los que se alí­a en algunas provincias y combate en otras.

El presidente Karzai, que milita públicamente desde hace tiempo a favor de negociaciones de paz con los talibanes y con otros insurgentes, presentó en enero un plan de «reconciliación» con los rebeldes, proponiendo dinero y trabajo a los que se arrepientan, y puestos de responsabilidad a sus jefes. Incluso invitó al molá Omar a sumarse a las negociaciones.

Pero Estados Unidos, que se ha comprometido a enviar antes del verano (boreal) un refuerzo de 30.000 soldados a las fuerzas internacionales, ha manifestado siempre, al menos en público, su oposición a incluir en las negociaciones a los insurgentes vinculados a Al Qaida y al molá Omar. Antes prefiere tener la guerra bajo control y disponer así­ de una posición más favorable ante eventuales negociaciones.

La insurrección de los talibanes, expulsados del poder a finales de 2001 por una coalición internacional liderada por Estados Unidos, gana terreno desde hace dos años y se está extendiendo a casi todo el territorio, donde causa muchas bajas a las fuerzas internacionales.

Hasta ahora los talibanes del molá Omar han repetido hasta la saciedad que no piensan sentarse a la mesa de negociaciones hasta la retirada de las fuerzas extranjeras. Pero un portavoz de Karzai afirmó que hubo un principio de conversaciones con algunos talibanes que se vieron interrumpidas con la detención en Pakistán de un jefe militar próximo al molá Omar.

Según Zarghon, Hezb-i-Islami, reputada por sus ataques sangrientos contra las fuerzas internacionales, anima a los talibanes a implicarse en negociaciones «por el bien y la prosperidad del paí­s».