Propaganda electoral


Ayer la ciudad se vio transformada porque en distintos lugares apareció profusa propaganda de los partidos polí­ticos, misma que también el oficialismo ha incrementado por la radio y televisión. Nosotros creemos que es absurdo prohibir la propaganda polí­tica en un paí­s donde no existe un sistema fuerte y cada organización tiene que buscar adeptos porque carece de bases propias que les puedan servir como plataforma de lanzamiento. Sin embargo, existe una clara prohibición establecida en las leyes de Guatemala y la misma tiene que cumplirse.


Si es absurda la norma, hay que promover su reforma y cambiarla, pero no saltarse las trancas y mandar por un cuerno sus disposiciones. Sobre todo cuando se trata de polí­ticos que quieren dirigir los destinos de la Nación y que desde ahora nos están dando la certeza de que la ley les importa un pepino, que están prestos a violarla si así­ les conviene como ocurre ahora que entran en la contienda electoral. Porque sin duda que lo más tenebroso de todo esto es que los dirigentes que quieren gobernar al paí­s, nos están ya demostrando que no van a respetar las leyes y por ello hay que decir que sobre aviso no hay engaño.

La polí­tica ha dejado de ser una actividad de principios y actitudes ejemplares. Los polí­ticos no se ocupan de la formación cí­vica de la sociedad porque su actitud es tan avorazada que no respetan normas ni procedimientos y si eso hacen cuando están tratando de mostrar su mejor ángulo, su mejor rostro, su mejor actitud ciudadana, qué podemos esperar cuando lleguen al poder y ya no tengan que andar quedando bien con nadie.

Hoy es la Ley Electoral y de Partidos Polí­ticos la que se pasan por donde no les da el sol, pero mañana será la misma Constitución de la República, como tantas veces hemos visto y seguimos viendo. Qué de extraño, por ejemplo, puede tener que se haya violado la Constitución mediante una argucia cuando se vendieron los activos del Estado si es natural en los polí­ticos criollos eso de violar la ley. Qué nos puede sorprender que alguien quiera reelegirse aunque la Constitución lo prohí­ba, si ya se pasó esa misma norma por el arco del triunfo no una sino varias veces.

Pero nuevamente repetimos una tesis vieja que venimos sosteniendo. No es culpa de los polí­ticos sino de los ciudadanos, porque aquellos siempre llegarán hasta donde nosotros, el pueblo, les dejemos llegar. A esos que cí­nicamente nos muestran su forma de reí­rse de la ley en las fotos que colocaron en vallas y «mupis» por todos lados, es a los que daremos nuestro voto sabiendo que no respetan normas y que violarán toda disposición legal con tal de salirse con su gusto.