Aunque resulte obvio advertirlo, pese a que podría considerarse innecesario precisarlo, es conveniente puntualizar que no soy amigo ni enemigo personal del presidente ílvaro Colom, del ministro de Gobernación, Carlos Menocal, ni de la fiscal general, Claudia Paz y Paz, y en consecuencia, no soy crítico sistemático ni apasionado simpatizante del actual régimen.
Planteada esa breve introducción, que podrá parecer superflua, debo expresar mi satisfacción porque en medio de la vorágine de violencia que está arrastrando a miles de familias guatemaltecas, en el tema que hoy abordó el Ministerio de Gobernación y el Ministerio Público han procedido con diligencia, capacidad y habilidad científica en el proceso encaminado a capturar y castigar a los responsables de la explosión de un artefacto en el interior de un autobús de rutas cortas, que, como se sabe, dejó el saldo de nueve pasajeros fallecidos y otros con heridas graves.
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Conmovió especialmente el caso del humilde taxista Jorge Efraín Cac Gutiérrez, quien perdió a su esposa, la señora Alicia Zacarías Pérez, y a sus hijos menores de edad Jorge Enrique, Gerson Daniel y Nury Paola, quienes fallecieron víctimas de la explosión de una bomba incendiaria, y cuyas muertes no provocaron la agitada indignación de miles de capitalinos de las clases alta y media alta, que se airaron cuado fue asesinado el abogado Rodrigo Rosenberg, habiendo prometido con firmeza que a partir de ese aciago suceso acompañarían a los parientes de todos aquellos que fueran víctimas de la violencia criminal y exigirían al Gobierno la captura, enjuiciamiento y castigo de los delincuentes.
Al margen de esa esperada indiferencia de las clases acomodadas ante el ominoso asesinato de la familia Cac Zacarías y las otras víctimas del bombazo mortal, debo resaltar que esta vez las autoridades, fiscales e investigadores del Ministerio Público y la Policía Nacional Civil procedieron de inmediato para capturar a los hasta ahora supuestos autores del hecho criminal, comenzando con el arresto de Doménica Isabel Véliz Hernández, quien sería la mujer que colocó en el interior del autobús el artefacto explosivo.
Según las explicaciones de la fiscal Paz y Paz y del ministro Menocal la cadena de investigaciones del MP y de la PNC pudo establecer que el individuo Danilo Pérez Rodríguez fue quien llamó telefónicamente a la autora material del crimen para que detonara la bomba. Se procedió a su arresto el lunes pasado en la aldea Santo Domingo, que se ubica en el municipio de Los Ocotes, en El Progreso. Pérez Rodríguez fabricó el artefacto por encargo de Carlos Humberto Rodríguez López, preso en la cárcel de Fraijanes 2, por el delito de homicidio, quien, a la vez, vendió la bomba a otro delincuente, Gustavo Adolfo Pirir García (alias «El Hammer»), recluido en El Preventivo y señalado de ser el principal coordinador de extorsiones en Mixco y San Juan Sacatepéquez, quien ordenó que la bomba se la entregaran a la mujer capturada inicialmente.
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También fue encarcelado í‰rick Salvador Ortiz Camey, compinche de Eulogio Onelio Orozco Escobar («Spanwb»), recluido en Fraijanes 2, ambos estrechos colaboradores de «El Hammer»; y fue arrestado el empresario de autobuses Eswin Rolando Avendaño Monzón, enlace entre pandilleros y transportistas y quien se quedó con Q180 mil, que no entregó a los extorsionistas, lo que originaría la masacre de pasajeros.
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Valoro públicamente el trabajo conjunto del MP y la PNC, destacando que ahora no hubo fuga de información, y en espera de que persista esta determinante decisión de combatir la delincuencia.
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(Durante mi breve ausencia del país falleció el culto profesor Portos Bautista, hijo de mi querido amigo y paisano abogado Aramis Bautista González. Mis tardías, pero sentidas condolencias).