La presentación del Consejo Económico y Social, bajo los auspicios de destacados empresarios y un sector del movimiento sindical del país, constituye un paso importante para iniciar la etapa de construir los grandes acuerdos nacionales que el país necesita. Por supuesto que se debe entender que apenas si es un primer paso y que, por ello mismo, la única representación que vuelve a ser granítica es la del empresariado, no así la de los sectores sociales puesto que los grupos de trabajadores que participan tienen cuestionada representación.
Creemos que Guatemala es un país en el que urge articular grandes consensos para definir el modelo de país que queremos y por el que debemos trabajar. Ciertamente cualquier esfuerzo que se haga en ese sentido tiene que ser bien visto y mejor recibido, sobre todo tomando en cuenta que somos un país en el que campea la descalificación y se regatean todos los méritos a medio mundo. Aplaudir una iniciativa no es parte de la forma de ser de los guatemaltecos porque siempre tenemos la tendencia a señalar antes los defectos que las virtudes.
En este caso la principal virtud es el deseo manifiesto de dialogar, de crear un Consejo con la finalidad de estructurar acuerdos que nos permitan fijarle un norte al devenir nacional. Que faltan representaciones es obvio, puesto que se trata apenas del primer paso y tendrán que irse convocando e incorporando otros sectores, pero lo importante en este caso y en esta etapa, más que la participación ya suscrita, es la que pueda lograrse como resultado de un claro plan de acción y definición de lo que se busca.
Cuando se habla en el país de procesos de diálogo se asume que en los mismos tienen que estar empresarios y dirigentes sindicales como punto de partida, pero si bien ambos tienen poder e influencia por causas y factores diferentes, hay que entender que la sociedad es mucho más amplia y que en la construcción del tejido social hace falta que promovamos participación de otros sectores que han sido históricamente marginados. No podemos ignorar que la mujer tiene ahora una voz que antaño no se le reconocía y que lo mismo pasa con los pueblos indígenas, mayoritarios pero invisibilizados en el debate nacional.
No descalificamos el esfuerzo hecho y, todo lo contrario, consideramos que ese primer paso había que darlo así, con lo que se tenía a mano para emprender el largo camino de articular a distintos sectores para que juntos podamos definir nuestro proyecto de Nación. El reto ahora, más que la formalidad del Consejo, está en ganarse el respeto y la confianza de los grupos sociales para ser realmente un foro de gran acuerdo nacional.