Es indudable que el gobierno actual tendrá pocos galardones de qué presumir y su lugar en la historia estará marcado porque en el mismo fue la mujer del Presidente quien ejerció el poder (hasta el divorcio) marcando con su carácter y decisión el régimen, para bien y para mal. Y con la mayor objetividad posible, hay que decir que aun por motivos equivocados, la decisión de implementar programas sociales constituye el único legado importante porque la introducción de las remesas condicionadas y de otros aportes a la gente más pobre es algo en lo que no puede haber marcha atrás sino, al contrario, hay que limpiarle las impurezas plantadas por la politiquería para hacer de ellos un instrumento de combate a la pobreza.
Desde hace poco menos de cuatro años, cuando se anunció el inicio de los programas llamados de Cohesión Social y se destaparon críticas de sectores que decían que no había que regalar pescado sino enseñar a pescar, dijimos que en Guatemala era indispensable empezar por la etapa de regalar pescado porque no había condiciones para enseñar a pescar, pero advertimos que tenía que actuarse con la mayor transparencia para institucionalizar los programas y que su peor enemigo sería la instrumentalización para fines electorales. Eso era cuando apenas si se intuía que la entonces señora de Colom buscaría la presidencia.
La Hora desde el principio respaldó la necesidad de la inversión social y de transparentarla para que forme parte de las políticas de Estado, entendiendo que los rezagos que presenta el país en materia de pobreza son enormes y que aun los más grandes esfuerzos que se hagan resultan insuficientes dada la magnitud del problema. Lamentamos y criticamos que desde el principio todo el diseño de Cohesión Social tuviera más relación con el mapa de la geografía electoral que con la geografía de la pobreza del país, lo que nos confirmó desde entonces que la motivación no era atender a la gente más necesitada, sino acumular votos y respaldos electorales para los comicios de este año.
Ahora creemos que es fundamental revisar lo actuado y corregir los fallos. Ciertamente los programas sociales permitieron construir la más formidable maquinaria electoral en la historia del país y la prueba fue la forma en que al menos 900 mil votos fueron disciplinadamente instruidos en la primera vuelta y se mantuvieron firmes en la segunda. Puede caerse en la tentación de seguirlos usando con los mismos fines, lo cual sin duda provocaría el grito en el cielo de su creadora. Pero también pueden sufrir una reingeniería que los haga inmunes al manoseo electoral y los convierta en instrumento de desarrollo del país y ojalá que Pérez Molina, a diferencia de Colom, piense en ellos sin el mezquino interés electoral.
Minutero:
Los programas sociales
sin fines electorales
y usados con destreza
erradicarán la pobreza