Se acerca el final de otro año y de repente algunas, o tal vez, muchas personas se encuentren realizando una evaluación de haber o no cumplido los propósitos formulados en su inicio durante su transcurso. Por lo que abordar el tema de la procrastinación se torna vigente. Procrastinar significa postergar metas, actividades que se consideraban importantes de efectuar. Es una palabra que proviene del latín: pro, adelante, y crastinus, que hace referencia al futuro. Al realizar esta acción se dejan las tareas por hacer para el tiempo futuro. Es decir, se deja para mañana lo que se puede hacer hoy.
Al procrastinar las personas pueden estar buscando evitar la responsabilidad de cumplir una labor y para ello antes de cumplir algo se entretienen en la computadora, hablar por teléfono, en visitar a alguien, ir al refrigerador, salir de compras, en fin una serie de pretextos para no hacer lo ofrecido, lo planificado y quizás lo urgente e importante. Esta conducta se puede observar de manera eventual o ser un rasgo característico y constante que se repite a lo largo de la vida de una persona.
La procrastinación ha sido descrita como un problema de autorregulación y de la organización del tiempo. Se ha designado “el síndrome del estudiante” a la circunstancia de que muchos estudiantes postergan entregar trabajos hasta el último día, de igual manera, al estudiar los contenidos de un examen. Sin embargo, las personas pueden procrastinar en todos sus ambientes, la escuela, el trabajo, el hogar… también es procrastinar el demorar una visita al médico y cuando no se decide continuar una tarea hasta su finalización. En general cuando se desarrolla esta conducta se está reemplazando una actividad necesaria por otra más interesante y/o placentera.
Procrastinar puede surgir de dudar constantemente al ejecutar una tarea, se desea tan perfecta que nunca se llega a concluir. Puede ser resultado de la falta de energía y anhedonia que acompañan a la depresión, también suele suceder a personas que se consideran con mucha inteligencia, poder y astucia para realizar las cosas y desdeñan la inversión del tiempo y esfuerzo en su ejecución. Asimismo, puede ser una manifestación de agresividad, expresándose de una manera pasiva/agresiva.
Es de meditar que procrastinar tiene consecuencias indeseables para la persona: sus logros pueden no ser los deseados, su credibilidad ante sí misma y ante las otras personas se torna proclive a su deterioro, puede acarrearle conflictos de relación con las demás, su incumplimiento de las tareas de hoy, hace que se le acumulen muchas más y con ello surgir la ansiedad. Así como los estudios y el trabajo peligran hasta el deterioro de su ejecución. La persona puede llegar a carecer de confianza en sí misma y de parte de otras y habrá siempre algo más que decir al respecto.
Se recomienda para evitar el procrastinar: el fijar metas a corto plazo y de manera realística, colocar las tareas más difíciles de realizar en los primeros lugares. Formalizar un ordenamiento de la prioridad y del tiempo para hacer las cosas. Buscar la motivación adecuada en cada acontecimiento que se pretenda emprender. Así como, aceptar y asumir las responsabilidades que se adquieren y los requerimientos propios de la vida para cada quién.
Reflexiono que este problema es frecuente y podríamos hacernos la pregunta: ¿Quién no ha procrastinado? También que la cultura y las peculiaridades de una sociedad determinada pueden contribuir a que procrastinar sea una conducta expresada con mayor frecuencia. Y no me resta más que desearles felices pascuas y que en el año próximo sus deseos no dejen de ser cumplidos por una conducta procrastinadora.