El próximo primer ministro israelí, el derechista Benjamin Netanyahu, intentará tranquilizar a Estados Unidos al decir que está dispuesto a solucionar el conflicto en Oriente Medio, pero sin seguir negociando verdaderamente, estiman los expertos.
Netanyahu, jefe del partido Likud, cuyo gobierno debe ser presentado el martes para su investidura por el Parlamento, no ha mostrado entusiasmo alguno hasta el momento por la creación de un Estado palestino al lado de Israel.
No obstante las negociaciones con los palestinos llevadas a cabo por sus predecesores centristas del partido Kadima de Ehud Olmert, oficialmente favorable a ese Estado, no condujeron a ninguna parte.
«No ocurrirá nada. Netanyahu no tiene intenciones de continuar las negociaciones a partir del punto al que llegaron con el gobierno de Ehud Olmert», afirma el politólogo israelí Akiva Eldar.
Olmert se pronunció a favor de la solución de dos Estados de coexistencia pacífica, pero no realizó progresos notables durante más de veinte encuentros con el presidente palestino Mahmud Abas.
Por su parte Netanyahu propone en prioridad medidas destinadas a mejorar las condiciones económicas en Cisjordania ocupada, en lugar de negociar de entrada un acuerdo de paz con la Autoridad Palestina.
«Pienso que los palestinos deberían comprender que tienen con mi gobierno un interlocutor para la paz, la seguridad y el desarrollo rápido de su economía», aseguró.
Al negarse a apoyar la creación de un Estado palestino al lado de Israel, Netanyahu ha reavivado el temor de una agravación del conflicto, no sólo con los palestinos sino en la escena internacional.
«El nuevo gabinete israelí quiere muy claramente incentivar la colonización, la multiplicación de los retenes (en las carreteras de Cisjordania) y acabar definitivamente con los esfuerzos encaminados hacia la creación de un Estado palestino», estima Samir Awad, profesor de ciencias políticas en la Universidad Palestina de Bir Zeit en Cisjordania.
De su lado Shlomo Avineri, su colega israelí de la Universidad Hebraica de Jerusalén, cree que Netanhayu hará lo imposible por evitar un enfrentamiento con la administración del presidente estadounidense Barack Obama, quien desea reactivar el proceso de paz.
«No ha dicho las palabras mágicas «dos Estados para dos pueblos» pero creo que, sin anunciarlo, Netanhayu hará que la construcción de (nuevas) colonias cese de facto», dijo.
Apoyado por el Partido Laborista del ministro de Defensa Ehud Barak, el gobierno puede difícilmente dejarse arrastrar por sus aliados naturales de la tendencia de ultraderecha.
Según Avineri, «la nueva administración estadounidense puede cambiar de tono, pero no de actitud (…) Después de todo, fue George W. Bush quien por primera vez habló de la visión de «dos Estados para dos pueblos»».
En el fondo, los problemas que dividen a Israel y los palestinos son los mismos: el trazado de las fronteras, el reparto del agua, el estatuto de Jerusalén, los refugiados palestinos. La toma de control de la franja de Gaza por Hamas añadió inclusive una nueva dimensión al conflicto.
Los palestinos por su parte han advertido que no discutirán con un gobierno israelí que se niegue a la vez a la solución de dos Estados y a congelar la colonización judía en los territorios ocupados.
«El proceso de paz está en suspenso», afirmó el sábado en un artículo publicado por el Washington Post el negociador palestino Saeb Erakat.