Proceso arcano en cónclave induce a consenso


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Aunque la votación para elegir un papa es descrita como secreta, en la que cada cardenal es guiado sólo por su fe en Dios, el proceso es a fin de cuentas un ejercicio a puertas cerradas de formación de consensos que cimienta la fidelidad de los prelados con el nuevo líder eclesiástico.

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Por FRANK JORDANS

RITUAL ANTIGUO
La elección papal se asemeja mucho a la forma en que se tomaban las decisiones en Europa hace 700 años, antes de que las monarquías elegidas fueran remplazadas por monarquías heredadas, de acuerdo con Bruce Bueno de Mesquita, profesor de política en la Universidad de Nueva York y quien usa un modelo informático basado en teoría de juegos para predecir el resultado de elecciones.

Aunque es más producto de la tradición que del diseño, el cónclave se ha convertido en un eficiente sistema para consolidar el poder del papa y las otras élites eclesiásticas, dijo.

Tal como ocurre en el mundo corporativo o en los gobiernos autocráticos, el pequeño número de electores que deciden quién será el líder de la Iglesia católica pueden esperar recibir ciertas recompensas —ascensos, encomiendas y otras gratificaciones— por su lealtad, afirma Bueno de Mesquita. La idea es que, entre más pequeño sea el número de electores, mayor es la ventaja relativa de alinearse con el ganador.

¿VOTO SECRETO?
Los cardenales solían poner sus nombres en las boletas, pero dejaron de hacerlo «debido a una añeja historia de intrigas y tensiones, cuando las personas temían sufrir graves represalias por lo que elegían», dijo Michael Bruter, quien imparte una clase de ciencias políticas en la Escuela de Economía de Londres.

Aun así, las facciones hacen saber sus puntos de vista durante discusiones informales entre votaciones.

Dado que los procesos son secretos, los investigadores saben poco sobre lo que motiva exactamente a los cardenales a cambiar sus votos, pero Romain Lachat, politólogo de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, dice que es inevitable la formación de coaliciones, donde los electores apoyan poco a poco a un hombre que podría ser su segunda o tercera opción.

Pero Indrajit Ray, profesor de economía en la Universidad de Birmingham, en Gran Bretaña, considera que hacer una campaña activa en pos del puesto quizá no sea una buena idea. Un candidato pasivo que no aleje de sí a muchos otros cardenales podría obtener una mayoría de votos con más facilidad.

SIN SORPRESAS
Como no existen candidatos oficiales, en teoría cualquier varón católico bautizado y soltero puede ser elegido, sea cardenal o no. Pero en la práctica, los prelados casi siempre han elegido a uno de los suyos.

El proceso puede extenderse fácilmente a varias rondas en las que las mismas personas reciben el mismo número de votos cada vez, ya que los cardenales buscan resistir para ver si otros desisten primero, dijo Bruter. Pero poco a poco, los purpurados que votaron por alguien que sólo recibió un pequeño número de sufragios cambian su voto para apoyar a uno de los candidatos fuertes en la siguiente ronda.

FORJANDO ACUERDOS
En el pasado, las facciones en contienda presumiblemente han tratado de negociar candidatos de unidad para romper estancamientos e impedir que ganen candidatos indeseables, de acuerdo con Bruter. Corre el rumor de que los cardenales liberales trataron de hacer eso en la elección de 2005, pero los simpatizantes de Josef Ratzinger, posteriormente llamado Benedicto XVI, sabían que tenían los votos para bloquear a cualquier otro aspirante y decidieron apoyar a su favorito.

RIVALIDAD OLIMPICA
De acuerdo con Bueno de Mesquita, la elección papal también puede compararse con la toma de decisiones en grandes compañías que cotizan en bolsa, con su correspondiente dosis de amiguismo y búsqueda de prebendas, y menor preocupación por el bienestar general de sus representados, sean accionistas o, como en este caso, 1.200 millones de católicos.

«Esta estructura maximiza la lealtad de los electores a quienquiera que sea elegido debido a que la lealtad se premia con recompensas, como oportunidades de ascenso, parroquias deseables y factores de calidad de vida tales como vivienda», agregó.

Por ello, elegir teniendo en cuenta sólo a los representados podría costarle mucho a un elector y retrasar sus propios proyectos, sean desinteresados o no.

Las autocracias no dinásticas también siguen un proceso similar de toma de decisiones, dijo Bueno de Mesquita, y la votación para elegir una ciudad sede de un evento deportivo como los Juegos Olímpicos tiene una dinámica parecida.

MANIPULACION DE VOTOS
Ningún sistema de votación está a salvo de la manipulación. La más obvia, y más difícil de controlar, es la definición de la agenda a tratar antes de la votación y las discusiones informales que tienen lugar entre votaciones.

Pero el proceso de emisión de sufragios es bastante seguro en sí y debería impedir que alguien vote dos veces. Y aunque algunos podrían argumentar que impone ciertas restricciones que podrían ser calificadas como «manipulación», también podrían ser descritas como un intento de mantener un preciado método de hacer las cosas.