La captura de personas acusadas de participar en el ataque que terminó con la muerte de las dos hermanas Oscal Pérez de 14 y 17 años, estudiantes del INCA, es una nueva muestra de que se puede aplicar la ley cuando se toma con seriedad y se le da la prioridad al cumplimiento de los protocolos de investigación.
Desde que sucedió el hecho el 3 de abril, empezaron a surgir las excusas torpes que en el pasado han sido utilizadas en los delitos que diariamente componen la masa de la impunidad: Eran mareras, cuando se trata de adolecentes; lío de faldas, en violencia contra la mujer; a saber en qué estaban metidos, en crímenes de narcotráfico; etc.
Pero a pesar de todo ese entorno y de factores que podrían ser ciertos sobre los vínculos de las jóvenes, la investigación se hizo de manera correcta y se logró obtener evidencias de la participación de quienes hoy se encuentran en prisión. Es un mensaje importante porque el fenómeno de las extorsiones y la violencia entre pandillas juveniles ha sido siempre un generador de violencia que se llega a ver con absoluta tolerancia.
Y es que para la población es lo mismo si matan a una ama de casa, piloto de autobús o estudiante que si un funcionario ladrón se roba millones de quetzales o adjudica contratos a sus socios porque todos caminan sin sentir la presión de la justicia. Al fin y al cabo, se tiene la percepción de que nada pasará porque la chamarra de la impunidad que tejen los corruptos alcanza para que se tapen los asesinos.
Pero en este caso queda en evidencia que si se lograra establecer la práctica de la justicia como lo habitual, lo cotidiano, el temor al castigo podría significar un cambio radical en la situación de inseguridad que vive el país. Igual que si se procesara y condenara a cárcel a mandatarios, ministros, secretarios y todo aquel que ha hecho sus millones a costa del talento de robarse la plata del Estado.
Las demostraciones de eficiencia son alentadoras pero sólo si se percibe que la intención real es la universalidad de la ley. Si el caso de las hermanas Oscal se percibe como prioritario solo por la atención mediática, la batalla se pierde. Lo importante sería que cualquier hecho delictivo, acto de violencia, práctica de corrupción y hechos de enriquecimiento ilícito, reciban toda la energía de la persecución penal para mostrar a los ladrones y a los asesinos de la misma manera en que se hace ahora con los acusados de matar a las adolescentes. Sí se puede, si es que se quiere.
Minutero:
Se ve que el MP es capaz
de hacer investigación eficaz
y eso le causa terror
a quienes lucran con lo peor