El regreso de Silvio Berlusconi al poder en Italia preocupa a la Unión Europea (UE), que desconfía del magnate de las comunicaciones cuyo euroescepticismo podría verse reforzado por la desastrosa situación económica de su país.
«Berlusconi, ya lo hemos visto, lo conocemos. No es ni peor ni mejor que los franceses, que son una catástrofe. Pero los franceses son fundamentales en Europa, mientras que Italia no logra encontrar su papel. Es triste para un país del G8», dijo hoy un diplomático europeo que no quiso revelar su identidad.
En efecto, muchos comparan a Berlusconi con el presidente francés Nicolas Sarkozy, del cual el magnate italiano dice ser «el modelo» y con quien comparte no sólo un estilo personalista de hacer política sino también la resistencia a la disciplina presupuestaria europea y las críticas contra el euro fuerte.
Pero si Sarkozy nunca ha dejado dudas sobre su pro-europeísmo, los adversarios políticos de Berlusconi dentro de la UE son mucho más pesimistas en cuanto al regreso de un hombre conocido por los incidentes diplomáticos y su falta de interés por las cuestiones europeas.
El mayor temor es la posición que ocupará el partido populista de derecha Liga Norte, aliado de Silvio Berlusconi, en la coalición gubernamental que asumirá tras las elecciones del domingo 13 y lunes 14.
«El regreso de Berlusconi no inspira ninguna esperanza para Italia ni para Europa», afirmó el presidente del Partido Socialista Europeo (PSE), Poul Nyrup Rassmussen, muy crítico sobre «su elección de aliarse con la Liga Norte».
El presidente del Eurogrupo (foro de ministros de Finanzas de la zona euro), el primer ministro luxemburgués Jean-Claude Juncker, lanzó hoy una advertencia implícita contra Berlusconi en lo concerniente al déficit fiscal italiano.
«Cuando asuma el nuevo gobierno italiano, explicará ante el Eurogrupo el programa gubernamental, la política presupuestaria, y discutiremos sobre ello», declaró Juncker.
Cuando Berlusconi fue derrotado en 2006 y debió abandonar el poder, Italia era objeto de un procedimiento europeo por el excesivo déficit de sus cuentas públicas y su deuda, una situación que su sucesor, el pro-europeo Romano Prodi, logró revertir, mejorando la imagen de su país.
Frente a la desconfianza que genera en ciertos sectores la vuelta de Berlusconi, su «familia» política en Europa, la derecha conservadora del Partido Popular Europeo (PPE), saludó «calurosamente» su triunfo.
«Cuento con la contribución de Italia para el éxito completo del proyecto europeo», dijo el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, quien llamó por teléfono a Berlusconi para felicitarlo, según su vocero.
«Los italianos optaron por el cambio. Esta gran éxito electoral va a permitir a Italia desempeñar el papel que le corresponde en el escenario europeo e internacional», celebró el presidente del PPE en el Europarlamento, Joseph Daul.
El futuro jefe del gobierno italiano, Silvio Berlusconi, declaró hoy, al día siguiente de su triunfo en las legislativas, que quiere crear un «ejército del bien» para proteger a los ciudadanos y expulsar a más inmigrantes en situación irregular.
«Hay que aumentar los efectivos de la policía de cercanías para formar un ejército del bien que se interponga en la calle entre los ciudadanos y el ejército del mal», declaró Berlusconi a la televisión estatal RAI acerca de la lucha contra la delincuencia.
Según el líder de la derecha italiana, que por tercera vez será presidente del Consejo, «es necesario reanudar, con el acuerdo de los países concernidos, la devolución a sus países de los extranjeros que no son de países de la Unión Europea, que no tienen trabajo, ni vivienda y que se ven obligados a recurrir a la delincuencia para vivir».
La coalición dirigida por Berlusconi obtuvo la mayoría absoluta en el Senado y la Cámara de Diputados, un resultado que debe ampliamente al éxito de su aliado, la populista y anti-inmigración Liga Norte que duplicó sus resultados anteriores.
El anterior gobierno de Berlusconi (2001-2006) había endurecido la política migratoria italiana de cuotas, al adoptar una ley que condicionaba estrictamente la obtención de un permiso temporal de residencia a un contrato de trabajo previo.