Ayer el Comisionado de la CICIG profundizó en el tema de la venalidad de la administración de justicia en el país y señaló que muchos jueces tienen que consultar con poderes ocultos antes de resolver. Es una lástima que no se haya puntualizado quién dirige esos poderes ocultos y cómo es que funciona el proceso porque Guatemala se merece honestidad en el planteamiento de estos temas y quién mejor que la Comisión Internacional Contra la Impunidad para conocer y denunciar, con los pelos del macho en la mano, cómo es que funciona el sistema.
Todos sabemos que aquí hay abogados que conforman un poderoso grupo que envía a sus colegas a estudiar al extranjero con becas que son, en el fondo, el medio de pago para garantizar la fidelidad de los juzgadores que ya fueron beneficiados con esos privilegios. Todo mundo sabe que el sistema judicial está cooptado y que urgen cambios en los mecanismos para nominar magistrados e integrar comisiones de postulación, puesto que al final de cuentas las mismas están contaminadas hasta el tuétano.
Es más, no hay abogado que no conozca quiénes dirigen esos poderes ocultos que son los que mantienen a la justicia en pública subasta para que el mejor postor sea quien obtenga resoluciones a su favor. Pero creemos que las investigaciones de la CICIG tienen que ser contundentes en este caso y que hasta se debiera judicializar el proceso para deducir las responsabilidades del caso.
Con casos como el de Rosenberg vimos que la CICIG posee cualidades especiales de investigación que pueden llegar al fondo de intrincados casos y el de nuestros jueces amerita una profunda investigación, el seguimiento de los poderes que no por ocultos son secretos, y que se puedan establecer penalmente sanciones a los que han prostituido el sistema.
Es muy importante y valioso que el comisionado Dall’Anese haya dicho lo que está pasando, pero el milagro ya todos lo conocemos y lo que hace falta es saber quién es el santo que lo produce. Exactamente la diferencia en cuanto a lo que hoy tenemos y lo que debemos tener está en el desmantelamiento de esas mafias que dirigen a nuestros operadores de justicia. Pocos aportes tan importantes y significativos se pueden esperar de la Comisión como el que significaría el poder actuar con pruebas fehacientes para desarmar la cooptación que se ha hecho del sistema. Todos queremos que impere la legalidad en nuestro país, pero hace falta más que el comentario de frustración para salir del atolladero y ahora es cuando la CICIG puede hacer la gran diferencia.
Minutero:
Hasta el tope con denuncias
que destapan tantas truncias
pero el largo tan campante
continúa p´a delante