Desde hace unas semanas la atención de los medios se ha fijado en todo lo relacionado a los cobros que se están efectuando en el Transurbano, en donde se ha señalado que en horarios no hábiles este servicio excede las tarifas estipuladas; también se manifestó que los lectores que funcionan en cada unidad, no reflejaban el saldo de las tarjetas –esto volvió a la normalidad–, lo que despertó suspicacias en su momento.
Para entrar en contexto, de lo que significa el privilegio que goza un limitado fragmento de la sociedad guatemalteca, mediante la aplicación de un subsidio al servicio del transporte urbano; es adecuado revisar las razones por las cuales se otorgan y justifican las asistencias públicas a ciertos servicios. En primer lugar, se estima que alrededor de 3 millones de personas habitan el área metropolitana, también que aproximadamente tres cuartas partes de la actividad económica se concentra en este espacio geográfico, es por ello, que el brindar un subsidio en estas condiciones tendrá un efecto multiplicador de mayores dimensiones.
Al hablar en términos de competitividad, los defensores de las prácticas de otorgar apoyos a estos sectores, coinciden que, la puesta a disposición de tarifas menores a la población, propicia un ambiente de mayores oportunidades para las familias, quienes serían el agente económico beneficiado en este caso. Es decir, que observándolo de otra perspectiva, los trabajadores que utilizan esta red de transporte, tendrán mayor ventaja competitiva, dado que, gozarán de menores costos de operación que los trabajadores que si pagan el costo total de transporte en otras partes.
Más allá del manejo de los fondos que se otorgan por concepto de subsidio al transporte urbano en la zona metropolitana, la cual no sólo incluye el Transurbano, es adecuado resaltar que las tarifas normales aplicadas en estos sistemas de transporte, representa un pago simbólico para los beneficiarios. La anterior idea surge, porque las distancias recorridas por estas unidades distan mucho del monto del cobro ejecutado, lo cual sólo sirve para cubrir una mínima parte de los costos totales, algo que no es ninguna sorpresa, porque es así como se manifiesta el objetivo de los subsidios.
Costos más o costos menos, la finalidad de esta publicación no es debatir acerca de los manejos de los fondos entregados por parte del Gobierno, y si estos están siendo aplicados eficientemente, tampoco revisar la calidad del servicio que se brinda. Por el contrario, lo que se trata es de evidenciar que sólo una parte de la población goza del privilegio de las bondades de las políticas subsidiarias, dado que, en el resto de departamentos la población que muchas veces posee menores ingresos que los capitalinos, pagan la totalidad de costos de transporte.
Se puede concluir que, paradójicamente, el sector con mayor acceso a las bondades del mercado goza de supresiones de costos, y en cambio, la población más alejada de dichas bondades, sí debe pagar la totalidad de costos que genera el mercado de servicio de transporte, algo contradictorio, pero real.