Prisionero de Vietnam regresa para cumplir promesa


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Todos los días, cuando los guardias llevaban a Thanh Dac Nguyen a la jungla para otra jornada de agotadora labor, él lanzaba un guijarro a un montón de tierra roja bajo el que estaba sepultado su mejor amigo. Era la única forma en que podía marcar el sitio para cuando pudiese un día cumplir su promesa.

Por MARGIE MASON HANOI / Agencia AP

Nguyen y Le Xuan Deo, ambos ex soldados de Vietnam del Sur, fueron encarcelados juntos por las fuerzas comunistas el norte que tomaron el sur al fin de la Guerra de Vietnam. Cuando Deo se enfermó gravemente con escalofríos y una fiebre alta que muy probablemente era disentería, Nguyen se arriesgó para colarse en la habitación de su amigo y decir adiós.

Pero llegó un minuto demasiado tarde.

«Cuando Deo murió, sus ojos estaban abiertos, muy, muy grandes» recuerda Nguyen. «Eso quiere decir que no quería irse, y que estaba muy, muy desilusionado antes de morir. Así que le dije ‘No te preocupes, voy a tratar de ponerme en contacto con tu familia»’.

Más de tres décadas después, Nguyen — ahora un jubilado de 70 años que escapó a Estados Unidos — ha regresado a su patria para cumplir su promesa y buscar en la jungla las tumbas de su amigos.

Muchos vietnamitas creen que el alma deambula sin rumbo hasta que los restos son entregados a la familia para su entierro. Nguyen fundó The Returning Casualty, una organización basada en Houston, para encontrar a aquellos que murieron en campamentos de reeducación y darles su descanso final.

Luego del fin de la guerra en 1975, Hanoi arrestó a miles de soldados del sur que, como Nguyen, se habían aliado con Estados Unidos para combatir al Norte. Fueron calificados de traidores y enviados a campamentos de reeducación, durante semanas o años, para ser adoctrinados con el dogma marxista.

El tiempo ha aliviado las animosidades. Pero el gobierno vietnamita aún no habla abiertamente sobre cuántos soldados del sur fueron muertos o siguen desaparecidos, aunque algunos estimados estadounidenses colocan la cifra en unos 250.000. El antiguo cementerio militar survietnamita fue cerrado a las familias y sigue cubierto de matorrales y escombros.

«Los campamentos de reeducación siguen siendo un asunto muy delicado en Vietnam, pero todo el mundo sabe que los campamentos existieron y que allí murieron personas», dijo Stephen Maxner, director del Vietnam Center and Archive en la Universidad Texas Tech. «No es un secreto».

Pero en el 2006, Nguyen tuvo la oportunidad que esperaba, cuando un amigo viajó a Vietnam como parte de una delegación estadounidense antes de la visita del presidente George W. Bush. Se propuso la idea de que vietnamitas residentes en Estados Unidos deberían ser autorizados a visitar el país para encontrar a seres queridos que murieron en los campamentos, como forma de fomentar el acercamiento entre los dos países. Nguyen apenas pudo creerlo cuando le dijeron que Hanoi había aceptado.

Entonces, Nguyen comenzó a trabajar con sus antiguos enemigos para conseguir mayor acceso a sitios de campamentos y obtener la ubicación de las tumbas. Por ello, algunos vietnamitas anticomunistas le llamaron traidor, pero Nguyen insiste en que simplemente está realizando una misión humanitaria. Ha ayudado a unas 90 familias a localizar seres queridos de los campamentos, y recientemente se convirtió en el primero en emplear muestras de ADN para conectar a familias con soldados enterrados.

«Yo les hice una promesa cuando estaba en el campamento de reeducación», dice Nguyen.

Luego de la muerte de Deo, Nguyen se aseguró de que su amigo fuese sepultado en un sitio justo afuera del campamento, en la jungla, lejos de las otras tumbas para poder encontrarlo más tarde. Nguyen visitó el sitio cada vez que podía, para orar o dejar flores, dejando siempre un guijarro en el montículo.

Nguyen pasó nueve años y cinco meses en varios campamentos. Tras ser dejado en libertad en 1984 le tomó otros seis años y un programa federal de asentamiento para llegar a Estados Unidos.

Allí, Nguyen trabajó siete días a la semana en una tienda en Houston y además como instructor de automovilismo por apenas 800 dólares mensuales. Se vio obligado a abandonar la promesa que hizo, al menos hasta que crió y educó a sus cinco hijos. Aprendió inglés por cuenta propia y comenzó a trabajar como paralegal, ayudando como traductor para otros vietnamitas.

Cuando Nguyen hizo su primer viaje de regreso en el 2008, el campamento número 6, en medio de una espesa jungla en el norte de Vietnam, fue su primera escala. Con la esposa e hija de Deo a su lado, encontró la tumba de su querido amigo.

Los restos de Deo fueron llevados a su hogar en el centro de Vietnam, donde fue sepultado finalmente. Pero el trabajo de conectar a otras familias con sus seres queridos apenas había comenzado.

En julio pasado, Nguyen y su equipo viajaron juntos al antiguo sitio del campamento de reeducación de Lang Da en el norte de Vietnam. Fue la primera vez que el gobierno permitió la excavación de un cementerio completo.

En una colina cubierta de hierba junto al valle del río, los visitantes oraron y quemaron incienso.

El equipo recuperó los 12 grupos de restos de los 32 cadáveres enterrados allí. Se piensa que los otros fueron sacados hace años por familiares que viven aún en Vietnam. Y como no hay lápidas, a Nguyen le preocupó que algunos restos pudiesen haber sido tomados por la familia errónea.

Nguyen dice que tiene mucho más trabajo que hacer y espera que eventualmente los restos de sus camaradas muertos puedan recibir un entierro apropiado en el antiguo cementerio militar de Vietnam del Sur en Bien Hoa.

Pero mientras los hombres estén enterrados en los terrenos de los campamentos de reeducación, dice, sus almas siguen prisioneras.