El principal obstáculo que tenemos para el desarrollo de Guatemala es que en nuestra cultura no se castiga al que incumple la ley, no hay consecuencias por violar la ley.
alfonso.carrillo@carrillolaw.com
En Guatemala, muchos matan, roban, violan, secuestran o realizan otra infinidad de delitos y no les pasa nada. Estas personas no son castigadas y deambulan por el país con total impunidad. Agreguemos a ello que tenemos muchos gobernantes que violan la ley que tampoco son castigados.
Hay impunidad cuando, a pesar de que existen las normas y mecanismos legales para sancionar al que viola la ley, no se le castiga.
La ineficacia del sistema de justicia de Guatemala y las actitudes abusivas de algunos que ocupan posiciones de poder y privilegios ha hecho florecer la impunidad.
Impunidad es que no se castigue a funcionarios públicos por violar las leyes vigentes del país.
Impunidad es que el expresidente Portillo se haya apropiado de fondos del Estado y no se le castigue por ello.
El dejar sin castigo a culpables de crímenes o delitos que afectan tanto a individuos como grupos sociales, destruye la credibilidad en la democracia y en el proceso político social. La impunidad favorece que incremente el crimen.
¿Qué podemos esperar si la mayoría de congresistas incumplen sus obligaciones sin ser castigados?
¿Qué podemos esperar si impunemente muchos jueces viven amarrados a formalidades o imparten favores a sus amigos en vez de impartir justicia?
Guatemala, un país con una severa crisis, necesita que sus líderes políticos actúen brindando un buen ejemplo, respetando las leyes y la Constitución.
Si queremos que inicie el proceso del desarrollo de Guatemala, como ciudadanos debemos velar porque se castigue a los líderes del Estado. Entre ellos se encuentra al presidente Colom por las tantas veces que ha violado las leyes vigentes, al igual que varios jueces y congresistas. Además, se debería castigar a todo otro funcionario del Estado que viole la ley, atienda sus propios intereses, los de sus amigos o de persona influyentes.
¿Qué podemos esperar si los ciudadanos no cumplimos nuestro rol y permitimos que un pequeño grupo de individuos actúen impunemente en su exclusivo beneficio e interés a costa del futuro de Guatemala?
La única manera de enfrentar la impunidad y el poder de los impunes, es levantar contra ellos otro poder. El poder del pueblo, de los ciudadanos organizados que participan y exigimos que se castigue para comenzar, a los gobernantes que violan la ley.
Los ciudadanos debemos dar ejemplo a nuestros hijos enseñándoles que debe castigarse la violación de las normas y que eso es lo que lleva al orden para la convivencia social.
Si el ejemplo que tienen nuestros hijos es que no se castiga a nadie, ¿Cómo esperamos que el país tenga orden y pueda haber desarrollo?
Eduquemos y formemos a los niños y a los jóvenes haciéndoles entender que hay límites y que hay consecuencias de violar los límites.
Sin esa educación ellos no podrán soñar y tener una Guatemala moderna y desarrollada.
En un país desarrollado, se castiga y se sanciona al que viola la ley.
Guatemala vive lo totalmente opuesto, por ello hablamos de impunidad de casi el cien por ciento. La ausencia de castigos ha llevado el país al caos.
El castigo consistente a los que violan las leyes construye orden y seguridad en un país.
En un país democrático con orden hay seguridad para sus ciudadanos, hay oportunidades de trabajo e inversión. Un país ordenado sin impunidad permite enfocarse en la educación, salud, pobreza, alimentación de la población, buscar el desarrollo.