Principio del fin de la banca central


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El comercio no es otra cosa que la voluntaria acción de dos o más seres humanos o empresas para intercambiar bienes o servicios. Para que la acción del intercambio se pueda dar tiene que existir un principio universal de diferencia subjetiva del valor, de hecho el valor es una cualidad subjetiva por sí misma. En otras palabras, para intercambiar un bien por otro, el dueño de la mercancía A tiene que valorar más la mercancía B que recibirá en la acción de intercambio que la mercancía A que entrega en la misma acción. Lo mismo sucede por supuesto con la valoración de la mercancía A por parte del dueño de la mercancía B.

John Carroll


La actividad comercial entre seres humanos y empresas ha evolucionado de tal forma en los últimos 400 años que el avance y desarrollo que provocó no pasaron desapercibidos por políticos de tal manera que como un mecanismo de control algunos de ellos crearon los primeros bancos centrales del mundo. Claro que la figura moderna de banca central tiene hoy en día nobles motivos sociales para existir y funcionar.  El objetivo de la banca central moderna se ve reflejado en la política monetaria de este tipo de instituciones.  Entre otros de los loables motivos de su existencia encontramos la estabilidad de precios, el crecimiento económico, el manejo de la tasa de interés  y la estabilidad cambiaria de divisas.  El problema con el sistema de banca central es que la consecución de estos objetivos es lograda con un delicado balance entre los mismos porque la alteración de cualquiera de las variables altera a su vez a una o más de las otras.

De hecho, la mayoría de los economistas de hoy dedican buena parte de su aprendizaje y trabajo a estudiar el correcto malabarismo de estas variables. También es importante apuntar que en esta corta historia del uso de la banca central muy pocos y por períodos puntuales han sabido manejar las variables de tal manera que los objetivos se cumplan.  La mayoría de banqueros centrales se pasan la vida aplicando medidas correctivas y contra cíclicas para corregir las medidas que su antecesor o ellos mismos aplicaron pocos meses atrás.  Este malabarismo de la política económica ha demostrado ser una tarea prácticamente imposible ya que a pesar de la existencia de la banca central  las crisis y quiebras se siguen dando a pesar del poder controlador del sistema.

Una vez más el hombre con su infinita capacidad de inventiva y ayudado por la inventiva de otros presenta posibles soluciones a esta problemática que además de falible técnicamente tiene la característica de ser uno de los pilares del poder político corruptivo. El Bitcoin fue lanzado al mercado para el uso de los individuos y la facilitación de las transacciones comerciales de los individuos y las empresas por medio de intercambios más limpios, rápidos y eficientes que lo que la banca central y el monopolio de la emisión de la moneda nos ofrecen hasta el día de hoy. El Bitcoin no es más que una moneda virtual privada que recién salió al mercado en el 2009 y que ha dado pasos gigantes para convertirse en el primer medio de intercambio privado importante desde hace aproximadamente 100 años cuando los bancos centrales empezaron a popularizarse alrededor del mundo. Por supuesto que el Bitcoin tiene enormes retos técnicos, legales y políticos por delante ya que en la medida que su popularidad se incremente los gobiernos tratarán,  sin duda,  imponer su mano regulatoria sobre el nuevo sistema.  Desde la salida del Bitcoin, otros medios de intercambio electrónico han surgido con relativo éxito.  Esperemos pues que sea este el principio del fin de la banca central  y que el poder de las decisiones de los gustos y preferencias por el uso de uno u otro medio de intercambio regrese a los individuos.