Princesa indí­gena nacional en Xela


El domingo 5 del corriente, se efectuó en el Teatro Municipal de Quetzaltenango, la elección de Princesa Indí­gena Nacional, designación que recayó en la señorita Leslye Carmelina Xiquí­n Aguilar, originaria de Quiché.

José Antonio Garcí­a Urrea

Es éste un certamen de gran categorí­a que reúne a candidatas de diferentes departamentos del interior del paí­s aspirantes a ese cetro, quienes se encaminan hacia el escenario del Teatro sobre la alfombra roja acompañadas de música de marimba que interpreta un son, luciendo todas ellas su traje regional que inunda de gran colorido el ambiente. Una vez en el escenario, saludan, con genuflexión, a los cuatro puntos cardinales.

Estos certámenes, porque hay varios, no se rigen por las normas de las «misses», aquí­ no hay desfiles en mini traje de baño, tampoco en elegantes trajes de noche diseñados por prestigiosos modistos internacionales, ni tampoco se gasta en costosos maquillajes especiales peinados; las participantes llegan en toda su pureza, y así­ pienso que debieran ser los certámenes internacionales pero por costosos tienen que recurrir a esas ayudas.

Otro de los puntos sobresalientes es que sus discursos no solo son perfectamente improvisados, sin que los pronuncian en su idioma materno y a continuación lo traducen a la «castilla», en demostración que son bilingí¼es, algo que no podemos hacer los ladinos que apenas si nos expresamos en un mal castellano.

A propósito, y fuera del tema central de esta nota, aquí­ en Guatemala, en una época estuvo la actriz y declamadora Carola Yomar, y una vez que leí­a unos diarios me dijo: » ¡Hombre!, ¿Que os pasa a vosotros los guatemaltecos que escribí­s como los ángeles, pero habláis como los demonios.»

Cuando se comenta esa habilidad innata en los mayas se hace como si fuera algo inusitado, y no, el talento es igual en todos, claro que hay que cultivarlo, y cuando a ellos llega la instrucción, que se les ha regateado por cientos de años, se ve que no son inferiores a nosotros. Cuántos de ellos son médicos (as), abogados (as), ingenieros (as) y otras carreras universitarias; entonces, como ya lo he expresado, no es por la persona en sí­ sino por el traje. En el mercado veo, por ejemplo cuando se va a comprar lo de la canasta básica, conforme se les va pidiendo a las señoras las verduras, frutas, lo colocan en un lugar, y al pregutárseles cuánto es, van sumando de acuerdo a cada precio y dicen: tanto, sin necesidad de recurrir a la calculadora, como lo hacen otros, que para saber cuánto es dos más dos, sacan ese aparatito.

He asistido a otros certámenes de esta naturaleza y cada vez he salido encantado y más, cuando veo la serenidad y aplomo de las participantes y cuando se declara la ganadora, recibe la noticia con serenidad, sin lagrimeos, como en los otros casos. Se me ocurre que para elegir a las reinas o novias de otros certámenes de belleza, varios, departamentales, debiera suprimirse el desfile en calzoneta, ¿porqué exhibir en público a la mujer medio desnuda?, y no es pacaterí­a, sino tributo de respeto. Comprendo que las juventudes actuales tienen su manera de expresarse, pero algo hay que hacer por el respeto femenino.

En fin, que ese certamen maya del 5 de septiembre fue todo un espectáculo de categorí­a, lamentando que no haya tenido la difusión necesaria.

Reiterada felicitación a la Princesa Indí­gena Nacional, Leslye Carmelina Xiquí­n Aguilar.