Lluvias intermitentes y de baja intensidad desnudaron esta semana la vulnerabilidad de Guatemala ante los fenómenos naturales, al dejar por lo menos ocho muertos, un desaparecido y más de 150 viviendas dañadas.
Cinco albañiles perecieron sepultados el jueves al anochecer por un derrumbe causado por las lluvias en la construcción donde trabajaban en la periferia sur de la capital guatemalteca. Otras dos personas murieron por las precipitaciones en el departamento de Chiquimula y otra en el de San Marcos.
«Era de esperarse. Todo esto es producto de la deforestación en zonas urbanas y áreas de riesgo, así como del calor intenso que vivimos durante los últimos meses, porque el suelo se agrietó y al llover se revienta y empieza a desmoronarse», dijo el experto en prevención de desastres Walter Nájera.
Además de ocho muertos y una persona desaparecida, la primera semana de lluvias de este año inundó 161 viviendas en el país, según las autoridades.
Los cuerpos de socorro intentaban este viernes rescatar los cadáveres de tres de los cinco obreros muertos en el derrumbe de la construcción, pero necesitaban una autorización para derribar un inmueble socavado para continuar con su labor.
«A pesar de que existen coordinadoras locales de reducción de riesgo no funcionan a cabalidad, porque no se dedican a observar sus áreas de incidencia con los cambios de época. No hay una buena cultura de prevención», afirmó Nájera.
El portavoz de la estatal Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), David de León, dijo que su institución tiene identificados en el país unos 8.200 puntos proclives a derrumbes, deslizamientos e inundaciones, incidentes propios de la época lluviosa.
«En la Costa Sur, Izabal y Petén, son los lugares donde se puede registrar el mayor número de inundaciones, mientras que derrumbes y deslizamientos podrían registrarse con mayor facilidad en el altiplano del país, por sus condiciones topográficas», afirmó De León.
Para Nájera otro factor que incide en estos percances es el cambio de uso de los suelos, toda vez que los pobladores se han instalado a vivir en zonas forestales o agrícolas.
De León dice que los pobladores deben tomar precauciones ante crecidas «repentinas» de ríos y quebradas, así como ante la posibilidad de deslizamientos, en zonas de laderas o con malos drenajes.
La temporada de lluvias, que suele causar daños y víctimas en toda América Central, se extiende hasta noviembre.