El primer ministro libio Ali Zidan fue secuestrado hoy por pistoleros que lo sacaron de su hotel y lo mantuvieron cautivo durante varias horas en aparente represalia por una incursión de comandos estadounidenses que capturaron a un sospechoso de Al-Qaeda en la capital el fin de semana pasado.
La osada captura, que concluyó con el rescate de Zidan, subraya la anarquía reinante en Libia dos años después del derrocamiento de Moamar Gadafi. El débil gobierno central está virtualmente a merced de numerosas milicias —muchas de ellas de milicianos islámicos— que sirven como fuerzas de seguridad y controlan gran parte de la nación.
Al parecer, el primer ministro fue liberado cuando miembros de otra milicia irrumpieron en el lugar donde estaba prisionero.
Hoy por la tarde, después que las autoridades anunciaron que había sido liberado, Zidan habló en una reunión de gabinete transmitida en vivo por la televisión libia. Agradeció a quienes lo liberaron pero no dio detalles y evitó atribuir culpas.
«Esperamos que esta cuestión sea tratada con sabiduría y racionalidad», afirmó. «Hay muchas cosas con las que hay que lidiar».
El incidente provocó alarma por el poder que las milicias ejercen sobre funcionarios del gobierno. Las milicias se originaron en las brigadas informales de «revolucionarios» que combatieron las fuerzas de Gadafi en la revuelta del 2011 contra su régimen. Desde el derrocamiento y muerte de Gadafi, los grupos han resistido los esfuerzos por desarmarlos y se han multiplicado.
Debido al debilitamiento del ejército y la policía, el gobierno ha tenido que apelar a algunas milicias para que actúen como fuerzas de seguridad. Pero a menudo permanecen más fieles a sus propios objetivos y comandantes que al estado, y muchos alientan ideologías islámicas intransigentes. Frecuentemente hostigan a las autoridades para conseguir sus propósitos. El mes pasado fue secuestrado el hijo del ministro de defensa y con frecuencia matan a funcionarios de seguridad que se enemistan con las milicias.
«El secuestro es como el sacudón que despertó a los libios. Los hechos son ahora más evidentes que nunca: Libia es gobernada por milicias», dijo el promotor de los derechos humanos Hassan al-Amin.
El motivo de la captura de Zidan no estaba en claro. Pero tuvo lugar después que muchos milicianos islámicos manifestaron indignación por la operación de comandos que el sábado capturó a un sospechoso de Al-Qaeda, Nazih Abdul-Hamed al-Ruqai, conocido como Abu Anas al-Libi. Acusan al gobierno de Zidan de colaborar con la operación y permitir que extranjeros capturasen a un libio en territorio libio. El gobierno dice que no tenía conocimiento de la incursión.
Antes del amanecer, unos 150 pistoleros en furgonetas sitiaron el lujoso Hotel Corinthia, de Trípoli, donde reside el primer ministro, dijeron testigos a The Associated Press. Un grupo numeroso entró en el edificio, y mientras algunos permanecieron en el vestíbulo otros subieron a la residencia de Zidan en el piso 21.
Los pistoleros forcejearon con los guardias del primer ministro antes de llevárselo alrededor de las 5.15, dijeron los testigos con la condición de no ser identificados por temor a represalias. Agregaron que Zidan no ofreció resistencia.
No están en claro las circunstancias de su liberación. Por la tarde, el vocero del gobierno Mohamed Kabaar, dijo a la agencia noticiosa LANA que Zidan había sido «liberado», sin dar detalles.
Pero pareció que las fuerzas libias intervinieron y que los captores no liberaron a su cautivo voluntariamente.