El Partido Liberal (FDP) será el aliado de los conservadores en el próximo gobierno Merkel, del que Guido Westerwelle se convertirá sin duda, si se respeta la tradición, en número dos, y dirigirá el ministerio de Relaciones Exteriores.
La homosexualidad ha dejado de ser un tabú en el mundo político europeo. Pero, según los analistas, en el caso de un jefe de la diplomacia, podría ser un inconveniente en las relaciones con países de regiones, como Oriente Medio o Asia, donde los prejuicios persisten o incluso donde es considerada un delito.
«Evidentemente, sería un problema si un ministro de Relaciones Exteriores de un país importante rehusara reunirse con él», estima Eberhard Sandschneider, director de la Sociedad Alemana de Política Exterior (DGAP). No obstante, «a fin de cuentas, se trata simplemente de decidir cuáles son los intereses nacionales. El resto es secundario», agrega.
La prensa de algunos países, como Arabia Saudita, Singapur o Rusia, podría, en un contexto de tensión, explotar la homosexualidad de Westerwelle como ejemplo de la «decadencia occidental», considera Volker Perthes, director del Instituto Alemán de Política Internacional y Seguridad (SWP).
Pero «si el país en cuestión tiene interés en tener relaciones diplomáticas con Alemania, no planteará problemas por eso», acota.
En una entrevista dada a la AFP hace unos meses, Guido Westerwelle, abogado de 47 años, desestimaba esas inquietudes: «estoy convencido de que, hoy, la vida privada ha dejado de ser un obstáculo. El hecho de que Angela Merkel fuera la primera mujer canciller de Alemania planteó problemas a ciertos países. Evidentemente, ella no lleva velo islámico cuando es recibida en ciertos países árabes».
«La secretaria de Estado norteamericana (Hillary Clinton) mantiene también conversaciones en países donde las mujeres son oprimidas sistemáticamente», agregó Westerwelle. «Somos los alemanes quienes decidimos quién nos representa en el gobierno, en función de nuestros propios criterios políticos y morales», recalcó.
El diario de Colonia Stadt-Anzeiger recordó que en muchos países la homosexualidad es un delito castigado con la prisión e incluso en algunos, como Afganistán, Arabia Saudita, Mauritania o Irán, es pasible de pena capital, según la ley islámica (charia).
«Así son las revoluciones: Alemania va a seguir siendo gobernada por una mujer y ahora también por un homosexual declarado», comentó el miércoles diario de Berlín Tagesspiegel.
Westerwelle «salió del armario» en 2004 durante la fiesta de cumpleaños de Merkel, a la que asistió acompañado de su pareja, el empresario Michael Mronz.
El periódico Tageszeitung (izquierda) incluyó incluso la homosexualidad del futuro número dos en la lista de ventajas del gobierno, pero se preguntaba al mismo tiempo si será «bienvenido junto con su cónyuge en las recepciones de Estado de Arabia Saudita o Siria».
Las asociaciones de defensa de los derechos de los homosexuales cuentan con Westerwelle para hacer avanzar su causa en los países en los que aún son perseguidos. El año pasado, Westerwelle evocó posibles cortes en la ayuda al desarrollo de los países homófobos.