Primavera, eterna y etérea


Advertida y curada en salud de todos los yerros, cavernas y calamidades del pasado, me ha sido difícil, hallar nuevos contratiempos porque me arrullaron nanas de carencias y desapegos y aun así, siento miedo del futuro, de las páginas vacías, que están y estarán por escribirse. Cambié muñecas y cuentos de hadas por zapatillas de tacón, embelesada contemplaba frente al espejo los cambios físicos de la frescura de juventud maravillosa y esplendorosa, fresca sensación de bienestar, descubrí nuevos horizontes, conocí el amor de colegiala, cantándole al viento todas mis emociones y sintiéndome, bien conmigo misma y con los demás.

Rosana Montoya


Conocí lo que era ser dichosa, sabiéndome amada y correspondida con mis sentimientos, viví mil y una vez cada impulso de mi corazón, eterna en estas sensaciones, disfruté a plenitud toda mi lozanía. Quise inmortalizar la dicha absorta en la nueva fragancia, que puso ante mí la vida, juventud sin estrenar a mi entera disposición, con cientos de alternativas repletas de placer, no importaba cuál eligiera todas auguraban felicidad. Un cielo despejado, con horizonte interminable, con un sol al costado, sin presente ni pasado, con un futuro por estrenar, eso es vida nueva. Ansiosa por empezar cada día, abriendo brechas, sin miedo a fracasar. Rebosante de vitalidad, me corría prisa por empezar a escribir mis propias experiencias, pensando que serían diferentes a las demás.  Empecé a despegar de la tierra, con vuelo incierto y tomando altura, me vi de frente al sol, contemplando la belleza increíble de nuevos sentimientos, revistiéndome de infinita dicha, divisé la cumbre de los montes, rozando con mi aliento amores en perspectiva, disfruté del perfume de la tierra.  Divagó la imaginación en constante delirio, planeando cómo añadir minutos al día.  Fraguando sueños todavía no concebidos.