Los científicos han conseguido un mayor entendimiento de una extinta criatura sudafricana que presenta una mezcla intrigante de rasgos humanos y simiescos, y al parecer una rara manera de caminar. Sin embargo, aún no han logrado definir su lugar en el árbol evolutivo del ser humano.
Hacerlo requerirá de hallar más fósiles.
Se cree que la rama humana del árbol evolutivo, llamada Homo, surgió de un grupo de especies antiguas denominadas australopitecinas. La especie recientemente estudiada pertenece a este grupo, y por ello sus similitudes con los humanos son atractivas para resolver el enigma sobre cómo apareció la rama Homo.
Recibió el nombre de Australopithecus sediba, que significa «Simio del sur, manantial». La especie vivió hace unos dos millones de años, y se trepaba en los árboles tan bien como caminaba erguida. Sus restos fueron hallados en 2008 cuando el hijo de 9 años de un paleontólogo encontró accidentalmente un hueso en Sudáfrica.
Un análisis efectuado en 2011 de algunos de los huesos del A. sediba mostró una combinación de rasgos humanos y simiescos, como si fuera un vistazo a la evolución en proceso. El tema recibió seguimiento en seis documentos publicados el pasado jueves en Internet por la revista Science, que completan la revisión inicial de dos esqueletos parciales y una tibia aislada.
Jeremy DeSilva, de la Universidad de Boston, autor principal de uno de los documentos, dijo que los fósiles revelan un inesperado «mosaico de anatomías».
«No creía que se pudiera tener esa combinación, esa mano con esa pelvis con ese pie… y aun así ahí está», dijo.
DeSilva indicó que no tenía idea de cómo se emparentaba el A. sediba con el humano, y señaló que los diversos rasgos apuntan a diferentes conclusiones.
Entre los nuevos análisis, las costillas muestran que el torso superior de la criatura se asemeja al de un simio, mientras que la porción inferior es más como la humana. Los huesos de los brazos, excepto por los de la mano y la muñeca, parecen primitivos, un reflejo de la habilidad para trepar, mientras que los análisis previos de la mano mostraron rasgos mixtos.
Los dientes también presentan una mezcla de características humanas y primitivas, y proveen nueva evidencia de que el A. sediba se relaciona con los humanos primigenios, explicó Debbie Guatelli-Steinberg, de la Universidad Estatal de Ohio, coautora de un análisis dental. Esta y una especia sudafricana más antigua, A. africanus, parecen más cercanas a los primeros humanos que otros australopitecinos, como la famosa «Lucy», señaló.
Pero también indicó que el análisis no puede determinar cuál de las dos especies es la más cercana, ni si el A. sediba es un ancestro directo de los humanos.
Otro estudio mostró una mezcla de rasgos humanoides y simiescos en los huesos de las piernas, y concluyó que el A. sediba caminaba como ningún otro animal.
Su talón era estrecho como el de un simio, lo que le impediría caminar erguido. Sin embargo, la rodilla, la pelvis y la cadera eran más semejantes a las humanas, y muestran que sí caminaba erguido, manifestó DeSilva.
Cuando un humano camina, la primera parte del pie que toca el suelo es el talón, pero eso hubiera sido desastroso para el estrecho talón del A. sediba, así que en su lugar, la criatura tocaba el suelo primer con el costado el pie, conjeturan DeSilva y coautores. El pie giraría después hacia adentro, un movimiento llamado pronación.
Al parecer, la criatura adoptó este modo de andar como una especie de solución para un cuerpo que tenía que trepar árboles eficientemente y a la vez caminar erguido.