Primarias decisivas


La primaria de Pensilvania del 22 de abril, duramente disputada por Barack Obama y Hillary Clinton, será una prueba para los «superdelegados» aún indecisos en la nominación del candidato demócrata a la Casa Blanca.


En la situación actual, más allá de quién gane la primaria de Pensilvania y las nueve contiendas restantes hasta el 3 de junio, ni Clinton ni Obama tienen la posibilidad de obtener los dos mil 025 delegados necesarios para alcanzar la investidura del partido.

Según el sitio independiente especializado RealClearPolitics (RCP) Obama cuenta con mil 641 delegados contra mil 505 de Clinton. Entre estos delegados, mil 415 han recibido el mandato imperativo de elegir a Obama y mil 215 a Clinton.

Obama cuenta con el apoyo de 226 «superdelegados» y Clinton de 254. En total unos 800 «superdelegados» serán convocados a la convención demócrata que se reunirá en Denver (Colorado, oeste) entre el 25 y el 28 de agosto para formalmente elegir el candidato demócrata.

Representantes y caciques del partido, los «superdelegados» son absolutamente libres de elegir a quien quieran. El candidato que logre convencerlos de que representa la mejor carta de triunfo de los demócratas ante el republicano John McCain tiene asegurado el porte del estandarte con los colores del partido en las presidenciales de noviembre.

«Los «superdelegados» buscan al mejor candidato para noviembre», afirmó recientemente en el Wall Street Journal Phil Bredesen, gobernador demócrata de Tennesee y, según él mismo confesó, todaví­a indeciso.

Los delegados concedidos a los candidatos durante las primarias se alcanzan proporcionalmente a los votos, y a menos que un candidato consiga una distancia los suficientemente amplia por sobre el otro en las primarias que faltan, la diferencia entre ambos números de delegados deberí­a permanecer inalterada.

Sin embargo, una victoria de Clinton en Pensilvania, donde es favorita, seguida el 6 de mayo de una victoria en Indiana (norte), otro estado muy disputado, podrí­a volcar a los «superdelegados» aún indecisos a inclinar la balanza a favor de la senadora por Nueva York.

Por su lado, si Obama tiene un desempeño mejor de lo previsto en Pensilvania, e incluso más triunfa, será un elemento decisivo para que los «superdelegados» le brinden su respaldo.

«Los «superdelegados» irán adónde los lleve el viento», indicó Jim Hollifield, politólogo de la Southern Methodist University, de Dallas.

Los asesores de Obama estiman que los «super delegados» deberí­an sentirse obligados a votar en consonancia con la mayorí­a de los votantes. Obama ha obtenido más estados y más votos que Clinton.

Este argumento es rechazado por la campaña de Clinton que remarca que la senadora de Nueva York ha logrado ganar en varios grandes estados (como Nueva York, California y Nueva Jersey) y que éstos pesarán mucho más en noviembre.

Además, para la campaña de Clinton, una victoria en Nebraska o en Wyoming (obtenidos por Obama pero que deberí­an votar a McCain, cualquiera sea el candidato demócrata) no vale lo mismo que una victoria en Ohio o Nuevo México (obtenidos por Clinton y donde podrí­an vencer los demócratas en noviembre).

«Si Obama es incapaz de ganar Pensilvania, se demostrará una vez más que tiene serios problemas para ganar en los grandes estados», señaló Howard Wolfson, un consejero de Clinton.