PRI busca limpiar imagen y volver al poder en México


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Raúl Enrique Trujillo tenía seis años cuando el electorado botó de la presidencia al Partido Revolucionario Institucional luego de siete décadas de gobierno marcadas por la corrupción. Ahora, a los 18 años, está preparado para votar por esa agrupación.

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Por E. EDUARDO CASTILLO MÉXICO / Agencia AP

La vuelta del PRI al gobierno parecía impensable tras su derrota electoral de hace 12 años. Sin embargo, una renovada versión de esa agrupación es la favorita de las encuestas.

Al comenzar el viernes formalmente la campaña electoral, tres meses antes de los comicios, como dicta la ley, el candidato del PRI Enrique Peña Nieto le lleva más de diez puntos de ventaja a Josefina Vázquez Mota, la representante del Partido de Acción Nacional (PAN), actualmente en el gobierno, según la mayoría de las encuestas. Andrés Manuel López Obrador, del Partido de la Revolución Democrática, de izquierda, está tercero.

Si bien perdió la presidencia luego de 71 años en el poder en el 2000, el PRI conservó su aceitada maquinaria política y dos tercios de los 31 gobernadores estatales son de sus filas.

Las esperanzas de un fortalecimiento de la democracia que afloraron hace doce años se han evaporado. La gente está cansada de la sangrienta campaña del presidente Felipe Calderón contra al crimen organizado, que costó 47.000 vidas, y añora un partido que, con todas sus fallas, modernizó a México sin caer en el fascismo, el comunismo ni las guerras civiles que padeció el resto de América Latina.

Trujillo, estudiante de química en el populoso Estado de México, dice que pensaba votar por el alcalde capitalino Marcelo Ebrard. Pero luego de que perdió la nominación como candidato de la izquierda, decidió que iría por «su segunda opción razonable»: Peña Nieto, ex gobernador de su estado y a quien describe como la «nueva imagen» del partido que gobernó México de 1929 al 2000.

En México suele decirse que son la fotografía de apenas un momento, pero desde hace ya más de un año las encuestas coinciden en que el PRI, de la mano de Peña Nieto, se encamina de nuevo a la presidencia.

A la nostalgia de algunos con el pasado se suman una cierta desilusión con una alternancia electoral que no cumplió las expectativas de cambio –sobre todo la promesa de crear más empleos– y una espiral de violencia del narcotráfico que no cesa pese a la ofensiva oficial. Peña Nieto surge como el representante de una aparente nueva generación del PRI, que además es joven y atractivo.

Para los críticos del PRI, sin embargo, su victoria significaría el retorno de un partido autoritario y corrupto, de un grupo que llegó a controlar casi todas las instituciones significativas del país y que ha sido acusado de comprar lealtades y castigar a sus enemigos.

Desde el conservador PAN, que ha gobernado los últimos 12 años, se insiste en que el problema del narcotráfico y la violencia es resultado entre otras cosas de que el régimen anterior toleró al crimen organizado e incluso sugieren que un gobierno del PRI podría pactar con el narcotráfico y el crimen organizado. El PRI lo niega.

La imagen de corrupción que le costó el gobierno hace poco más de una década, por otra parte, ya no es tan prevaleciente.

«Al PRI lo sacaron de la presidencia por la corrupción… (Hoy) ningún partido ya está limpio de esa desgracia», dijo a The Associated Press Roy Campos, director de Consulta Mitofsky, una de las empresas encuestadoras más reconocidas en el país y que en sus sondeos trimestrales ha registrado una preferencia por el PRI desde antes de 2010.

Aún ahora se recurre a una frase acuñada en 1990 por el escritor peruano Mario Vargas Llosa para describir lo que fueron los gobiernos del PRI.

El Nobel de Literatura 2010 dijo que bajo el PRI se vivía una «dictadura perfecta», en la que había elecciones pero el partido permanecía inamovible, con un régimen que permitía la crítica en la medida que le servía e incluso una retórica que por momentos lo hacía parecer de izquierda.

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Desde su interior, se buscar mostrar que en 2012 hay un «nuevo PRI», con una nueva generación de políticos alejados de las prácticas que se les atribuían.

Aunque viejos políticos se mantienen en la primera fila del partido y no pierden oportunidad de aparecer junto al candidato, algunos puestos importantes dentro del equipo de campaña de Peña Nieto están ocupadas por personas que están en sus 30.

A sus 37 años, con una maestría en Harvard y fundador de un fondo de inversión, Emilio Lozoya Austin es el coordinador de asuntos internacionales. Francisco Guzmán estudió economía en el prestigioso Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) en México y a sus escasos 31 años es el coordinador de asesores del candidato.

«Lo mejor que le pudo pasar al PRI, en cierta forma, fue haber perdido en el 2000. Necesariamente te sirve la derrota para ver qué tienes que hacer, cómo tienes que adaptarte a los cambios», comentó Guzmán a la AP.

«Yo vengo de la iniciativa privada, podría estar muy tranquilo con mi fondo de inversión, pero hay un sentido de preocupación real de que el país está en una situación catastrófica y en lo personal, como muchos de mis colegas, sentimos que le debemos todo a México», dijo Lozoya a la AP.

El nuevo PRI insiste en que no tolerará la corrupción y afirma que esa ya no es una característica de esa organización, sino que afecta a todos los partidos e incluso es un problema social.

«La corrupción no es patrimonio de una organización política», dijo a la AP Eduardo Sánchez, vocero del PRI. «Los que son corruptos son los seres humanos… en nuestro país la corrupción y las trampas, desafortunadamente, son un método que está profundamente acendrado en nuestros códigos sociales».

Luego de señalar que «la corrupción es endémica en nuestro país», Lozoya aseguró que «si hay alguien en el PRI que delinquió, somos los primeros que pediríamos que les apliquen de la forma más fuerte posible la mano de la ley».

Sánchez considera que el autoritarismo, en el que las decisiones se tomaban verticalmente, fue uno de los errores que ahora reconocen los llevó a la derrota en 2000.

Para Ivonne Acuña, especialista en sociología de la Universidad Iberoamericana, el PRI sólo «está intentado dar una imagen distinta en función de que las exigencias del electorado han cambiado»

Hizo notar que el actual presidente del PRI es el veterano militante Pedro Joaquín Coldwell. «Otra vez las mismas figuras, los mismos políticos del PRI duro», señaló, aludiendo a personajes a los que en México se suele referir como los «dinosaurios».

Cuando alguien le mencionó la cantidad de figuras históricas del partido que había en su entorno, Peña Nieto dijo que «la capacidad y la experiencia de gobierno que tenemos se la debemos a quienes gobernaron antes que nosotros».

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En los últimos meses, los críticos del PRI sostienen que un escándalo que motivó la renuncia de su presidente es un reflejo de viejas prácticas que podrían regresar a nivel nacional.

Humberto Moreira dejó en 2011 la presidencia del PRI en medio de señalamientos de que, como gobernador, endeudó en más de 34.000 millones de pesos (unos 2.600 millones de dólares) al estado norteño de Coahuila. Autoridades federales investigan el caso tras encontrar que parte de la deuda pública fue contraída con documentos falsos.

Moreira no ha sido acusado de irregularidades, pero sus detractores afirman que era imposible que no supiese lo que estaba sucediendo.

El político expresó que dejaba el cargo solo para evitar «una guerra mediática» que podría perjudicar a su partido.

De manera más reciente, se filtró información a la prensa de que el gobierno investiga a tres ex gobernadores del estado norteño de Tamaulipas, todos del PRI, bajo sospecha de que estuvieron involucrados en la expropiación de inmuebles que eran vendidos a supuestos testaferros, quienes a su vez construían fraccionamientos con dinero procedente de los carteles de las drogas del Golfo y de Los Zetas.

Los ex gobernadores involucrados son Eugenio Hernández (2004-2010), Tomás Yarrington (1999-2004) y Manuel Cavazos Lerma (1993-1999).

«La posición de nosotros es muy clara: el que tenga cuentas pendientes con la justicia, que las atienda, con nosotros no hay complicidad ni la va a haber», dijo Sánchez, el vocero del PRI. «Pero ojo, si a alguien se le acusa falsamente con un propósito electoral, tampoco lo vamos a permitir».

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Peña Nieto, de 45 años, ha sostenido que hoy el PRI integra nuevas generaciones que, como él, crecieron políticamente en medio de una competencia democrática.

Casado en segundas nupcias con la reconocida actriz mexicana de telenovelas Angélica Rivera, Peña Nieto tiene una imagen de estrella de cine que siempre aparece impecablemente peinado y ofrece una sonrisa constante.

A lo largo de su gobierno tuvo frecuentes apariciones en diversos programas televisivos, particularmente de la cadena Televisa, lo cual ha llevado a sus críticos a decir que ha mantenido acuerdos con la empresa y que ésta finalmente le produjo una imagen de un nuevo político. Su equipo rechaza cualquier acuerdo de ese tipo con Televisa.

En las últimas semanas de 2011 fue blanco de críticas en redes sociales y entre sus oponentes tras haber confundido nombres de libros y autores, no saber cuál es el salario mínimo ni el precio de un kilogramo de tortillas en México.

Los deslices, sin embargo, no afectaron su popularidad y se mantiene a la cabeza de todas las encuestas.

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«Sí se ha visto un fuerte apoyo de los jóvenes hacia Peña Nieto», dijo a la AP Daniel Yanes, gerente de proyectos de la empresa encuestadora privada Buendía & Laredo, en cuyos sondeos el partido también aparece desde hace más de un año a la cabeza de las preferencias.

Agregó que el candidato es percibido como un político joven, representante de una nueva generación.

Trujillo Merlos es uno de los que ve a Peña Nieto como «una nueva imagen del PRI».

«Peña Nieto sí representa una opción, no es dictatorial y al menos todos los compromisos que firmó al inicio de su administración los cumplió», dijo el joven en referencia a que al asumir el gobierno estatal en 2005, Peña Nieto firmó ante notario 608 compromisos de campaña que realizaría durante su gestión.

A punto de acabar su mandato en septiembre de 2011, Peña Nieto inauguró la primera etapa de un hospital con el que dijo concluía su compromiso 608. Algunos medios, no obstante, reportaron que algunos compromisos, como el hospital, se cumplieron de manera parcial e incluso hubo una fusión de promesas.

“La posición de nosotros es muy clara: el que tenga cuentas pendientes con la justicia, que las atienda, con nosotros no hay complicidad ni la va a haber”
 Eduardo Sánchez
 Vocero del PRI