Palabra de profundo contenido, cuya proyección tiende a evitar sean cometidas situaciones perjudiciales. Vocablo que suele clamar en el desierto de la vida por una mayoría, ofuscada, irresponsables, presas del ritmo acelerado hacia el abismo. Cuando induce a utilizar la razón, respeto a los demás y sobre todo valorar el don preciado de la existencia.
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Dicho término que al ser pronunciado, interioriza un caudal de recomendaciones a llevar a feliz término. Si hay respuesta conveniente a tan urgente llamado, especialmente al otro yo de las personas, sobreviene y se visualiza un mejor estado de cosas y casos, en sucesión triunfalista. Vencer en cierto modo el infortunio, a toda costa, es la victoria.
Las anteriores disquisiciones vienen a cuento, ante la presencia de diciembre. í‰poca que conlleva animosidad como bandera ondeando al viento; tiempo de cierto esponjamiento del corazón, capaz de transformar la rutina. Tiempo también de multiplicidad de acciones, inducidas a la toma de un descanso que lleve sanidad orgánica y anímica.
En ese orden de ideas, a veces oscuras, voluntariosas y obcecadas concluyen por generar unos días de oxigenación individual. Si se alinea en los dominios de Baco, los resultados son ingratos y dañinos. El otro lado del caso invita a salir de la Babel citadina, a los ambientes del interior donde centros recreativos dan su aporte de mejoría visible.
Sin embargo, la circunstancia que cobra muchos adeptos y seguidores por los cuatro puntos de la rosa de los vientos, tiene su tendón de Aquiles. Conductores de vehículos motorizados que hoy conforman un parque innumerable, constituyen a la vez, motivos de riesgo inminente en la red vial. De allí el sumo interés por recomendar prevención, así como suena.
Desde siempre, hay tendencia clara, pero difícil sea tomada en cuenta, por desarrollar planes ambiciosos de prevención. Autoridades reaccionan de su letargo; entidades afines de servicio a la comunidad, emprenden operativos con fines loables de salvar vidas. La sumatoria de aportaciones con denominador común, suelen emprender con entusiasmo y entrega su labor.
Actualmente proliferan en los medios de comunicación social, llamados a la conciencia, al deber de proteger la vida y la de los demás. A la vera de vías de intensivo tráfico la tecnología acostumbre cooperar, mediante la colocación de vallas publicitarias. Todo eso contiene y actúa como aldabonazos, en el sentido de insistir en un comportamiento responsable.
Empero, en plan egoísta y del otro yo, la población incurre en uno de los errores más tremendos. No basta sacar a relucir el repudiable derecho de su nariz, de espaldas al resto del colectivo. Sensato, humano y deseable viene a ser cumplir al pie de la letra con todo aquello que significa pertenecer a la causa valiosa, urgente y necesaria de la prevención.
Tras la alegría bullanguera, acompañada sin falta por estruendos y estallidos de la incansable pirotecnia, viene a continuación el despertar de aquel sueño feliz del conglomerado. Entonces sale dentro de un cúmulo de situaciones de orden negativo, el volver a la cotidianidad, con los pies sobre la tierra y se hace el recuento de lo sucedido.
Noticias de primera plana, o de portada son ni más ni menos, las constituidas por datos estadísticos sombríos, patéticos en gran medida. Entonces se remueve la conciencia al enterarnos de inmediato de la larga lista de muertos, heridos y seres entre la vida y la muerte. Debido a no atender como se debe la prevención, amiga de todos y consejera.
Si hubiera entendimiento plural, aquí y allá, nada de eso ocurriría. Por el contrario, el escenario lejos de mostrar hechos funestos, serían de una realización correcta. De esa cuenta, aspirar y contribuir cada quien con su parte, vendrá a ser orientar nuestros trajines sin caudas ni saldos de tragedias por signos de paz, amor y confraternidad.