La usó Ydí­goras Fuentes, Fidel Castro, la usa Chávez y de una u otra forma la usan todos los gobiernos. La forma como se mueven esos pretextos es notoria, aunque a veces son inadvertidos los fines. El más reciente es el de Chávez, que siendo el presidente Obama hoy por hoy uno de los personajes más populares del mundo, no podí­a criticarlo como pretexto, por lo que enfiló sus baterí­as hacia Israel.

Podrí­amos decir que la salida de Bush del presidente, ha sido una pérdida para algunos gobiernos, pues pierden el pretexto y ya no tienen excusa para justificar algunas medidas que están tomando.

Leí­a en un reportaje sobre unos jóvenes cubanos que al parecer son muy alegres, su única preocupación es la falta de alimentos, pero agregaron: «Eso se debe al bloqueo» y se sienten ví­ctimas del imperialismo por lo que casi es una obligación de que tienen que apoyar a su gobierno, aunque también se lamentaron que no pueden escribir canciones de protesta por que no quieren tener problemas, o sea que tienen miedo de decir qué es lo que creen que no está bien.

Hay medidas que aparentemente cumplirán ciertos objetivos, pero en la práctica los efectos son completamente opuestos. Estados Unidos creyó que con imponer un bloqueo a Cuba, la población iba a reaccionar contra el gobierno de Castro cuando empezara a aguantar hambre. Como cosa insólita el efecto fue el que todos sabemos, pues la propaganda bien manejada demostró que mueve conciencias, eso ha sido demostrado desde tiempos de Hitler.

La protesta contra el famoso bloqueo ha sido el mayor éxito en la polí­tica exterior de Cuba, pues ha obtenido el apoyo mundial y el repudio hacia los Estados Unidos, por eso un congresista republicano, Richard Lugar, cree que ellos mismos le dieron el pretexto perfecto a Castro para afianzarse, por lo que está proponiendo levantarlo.

Si se levanta el bloqueo por un tiempo será usado como propaganda de que la revolución no se doblegó por eso venció al imperio, pero a la vuelta de algún tiempo, se va a dar cuenta la población que aguantaron hambre innecesariamente. Ya veremos.

Para los gobiernos con problemas, la amistad del lí­der cubano es como una carta blanca para recibir el apoyo aunque sea indirecto de la izquierda de sus paí­ses, evitando criticarlo por conciencia de afinidad polí­tica, por eso usted ve el desfile de presidentes hacia Cuba, llegando al colmo que algunos hasta se humillan con tal de ser recibidos por Fidel Castro.