Presupuesto de consenso



El presupuesto general de la Nación que discute a partir de hoy el Congreso con dictamen favorable de la Comisión de Finanzas tiene una caracterí­stica especial, puesto que de hecho constituye la primera prueba de fuego para la capacidad de concertación del partido Unidad Nacional de la Esperanza, toda vez que será el instrumento financiero que le permitirá ejecutar su plan de gobierno y por lo tanto es indispensable que logren apoyo de otras bancadas, puesto que de lo contrario implicarí­a un primer revés que les obligarí­a a gobernar con serias limitaciones el primer año.

Creemos que el Congreso de la República en el próximo perí­odo deberá ser escenario de un intenso cabildeo en el que el partido oficial tendrá que negociar, a luz pública, con otras bancadas para lograr que aquellas iniciativas de interés nacional y que sean de conveniencia para el paí­s, puedan ser respaldadas sin mayores obstáculos. Por supuesto que entendemos que no todas las bancadas actuarán con espí­ritu patriótico y que algunas antepondrán sus intereses y en no pocos casos hasta harán uso del chantaje para respaldar iniciativas del oficialismo, como ya ha ocurrido tantas veces, pero Colom hará bien en resistirse a ese tipo de componendas porque una vez dado el primer paso, no hay forma de librarse de ellas.

En efecto, este presupuesto puede ser un excelente punto de partida para demostrar que es posible articular grandes acuerdos nacionales alrededor de iniciativas de interés nacional, sin tener que caer en maniobras bajo la mesa como las que al final de cuentas le terminaron costando el poder a Jorge Serrano. Porque vale la pena recordar, ahora que el ex presidente se quiere lavar la cara, que su manotazo a la Constitución fue resultado de la podredumbre que él mismo fomentó al comprar diputados a diestra y siniestra durante buena parte de su mandato, hasta que sintió que le pedí­an ya demasiado.

Y es que si se acepta una primera vez negociar con otras bancadas a cambio de sobres bajo la mesa conteniendo dinero, ya no se puede después negociar de otra forma y eso lo tiene que entender el gobernante. Una vez cometido el acto de comprar votos en el Congreso, no hay voto después que llegue por convicción ni mucho menos de gratis porque hasta los que apoyan por tendencia natural, esperan recibir el doblete que se entrega a los chantajistas.

De suerte que es ahora cuando hay que sentar los precedentes y demostrar que la intención es gobernar con transparencia sin ceder a presiones indecorosas que siempre han existido en el Congreso de la República y que deben irse rechazando con base en valores y principios.