Preso en Francia o en cualquier lado


Foto de Noriega, tomada en 1990, al ser arrestado en Miami, Florida. FOTO LA HORA: AFP

Muchos panameños desean que el ex dictador Manuel Antonio Noriega continúe preso el resto de su vida, pero les da igual si lo hace en una cárcel de su paí­s o de Francia, adonde fue extraditado ayer por Estados Unidos para enfrentar cargos por lavado de dinero.


«Si tiene que pagar una condena en Francia o en cualquier otro paí­s, que las pague. Y si le queda vida y después de Francia, tiene que pagar en Panamá», dijo el ex diputado José domingo Torres, elegido en los comicios de 1989, que fueron anulados por Noriega.

«Yo prefiero que esté lejos. Ya cuando esté en el más allá pues que regrese si puede al más acá. Para que sufra o sienta en carne propia el daño que hizo aquí­», declaró el ingeniero Carlos Linares, quien participó en los años 80 en las manifestaciones contra la dictadura militar.

El gobierno panameño dijo que la extradición fue una decisión «soberana» de Estados Unidos, pero ésta fue criticada por la hija de Noriega, sus abogados y algunos polí­ticos, que dijeron que buscaba impedir a toda costa que regrese al paí­s luego de cumplir su condena en Estados Unidos por tráfico de drogas.

El general de 76 años fue derrocado y capturado en 1989 por el Ejército estadounidense durante la invasión a Panamá, tras ser fiel aliado de Washington en la Guerra Frí­a e informante pagado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

«A mí­ me es indiferente que (las penas) las cumpla donde sea y a la edad que sea. Los nazis fueron perseguidos hasta la edad de 80 ó 90 años. Si tiene vida después de salir de la cárcel francesa, aquí­ lo esperamos 20 años más», agregó Torres, quien pudo asumir en 1990 su escaño del Congreso, luego de la invasión.

«En Chile, en China, en Francia o donde sea. No me importa donde esté, pero que pague por todo lo que hizo», dijo la comerciante Gislena Terrientes.

«Me imagino que la decisión (de extraditarlo) también tiene que haber jugado mucho con la información que el general Noriega tiene de los gobiernos de aquella época que existí­an en los Estados Unidos de (George) Bush y (Ronald) Reagan y también información de panameños. Eso pesó para decidir mantenerlo fuera del paí­s», opinó el dirigente polí­tico opositor Miguel Doens.

«Esa información que él pudiera tener o suministrar o escribir pudiese tener también algunos efectos nocivos sobre la polí­tica exterior norteamericana», dijo a la AFP Doens, cuyo Partido Revolucionario Democrático (socialdemócrata) apoyó al régimen militar.

«Tengo la percepción de que la gente se inclinarí­a porque Noriega viniera a Panamá y pagara por sus delitos, pero serí­an compasivos» con él, declaró el analista y catedrático Julio Yao, uno de los negociadores de los tratados que permitieron la entrega del Canal interoceánico a Panamá.

Noriega enfrenta en Panamá tres condenas de 20 años cada una por violaciones de los derechos humanos, pero el analista y sociólogo Raul Leis afirmó que el ex dictador es un actor del pasado y a los panameños más jóvenes les da igual lo que suceda con él.

«Para la gran mayorí­a es historia pasada. Esto sucedió hace 20 años. Para la gran mayorí­a, sobre todo los jóvenes, es un fantasma del pasado. Un general sin ejército», dijo Leis a la AFP.

«Además, Noriega no logró crear una escuela polí­tica, ni de pensamiento ni ejerció un liderazgo importante de admiración. Nunca fue un lí­der, sino un dictador y la gente siente que está pagando su cuenta», agregó.