Francia, que el próximo 1 de julio asumirá la presidencia semestral de la Unión Europea, se ha fijado entre sus prioridades preservar los bosques tropicales, guardianes del clima y de la biodiversidad mundiales.
Este fue el mensaje transmitido por el ministro francés de Ecología, Jean-Louis Borloo, durante su reciente visita de tres días a la República Democrática del Congo (RDC) y al Congo.
Los bosques de la cuenca del Congo están considerados el segundo «pulmón verde» del mundo, después de la Amazonia.
Francia y la RDC se comprometieron a trabajar juntos para preservar el bosque congoleño en una declaración conjunta firmada el pasado sábado durante el desplazamiento de Borloo a una explotación forestal en Bikoro, a 550 km al norte de Kinshasha.
La deforestación en el mundo es responsable del 20 al 25% de las emisiones de dióxido de carbono, un porcentaje superior al de todas las industrias del transporte juntas.
«Sería un honor para Europa librar el combate» contra la deforestación, indicó el ministro francés a los periodistas que le acompañaron en su viaje.
Borloo hizo hincapié en la necesidad de reforzar los mecanismos de seguimiento de la madera vendida en los mercados internacionales y de imponer un código de buena conducta medioambiental y social a los explotadores forestales.
«Por etapas, nos encaminaremos a la prohibición total de la madera no certificada en Europa», prometió.
La etiqueta FSC (Forest Stewardship Council) es la referencia en materia de explotación durable de los bosques. En Congo, sólo la Industria Congoleña de Madera (CIB), que explota 1,2 millones de hectáreas, ha logrado obtener este certificado.
Borloo abogó paralelamente por poner en marcha mecanismos internacionales de compensación a los países que protejan sus bosques en detrimento de los intereses económicos.
Sin embargo «sería utópico pensar que vamos a trazar una cruz sobre la explotación forestal», según José Ilonga Lofonga, consejero en el ministerio congoleño de Medio Ambiente.
En RDC, el 90% de la degradación de los bosques se debe a la utilización de la madera por parte de la población local para cocinar o calentarse, el 9% a la agricultura y solamente el 1% a la explotación comercial.