Presentan libro de Gerardo Guinea Diez


Gerardo Guinea Diez, escritor guatemalteco, presentará mañana su nueva novela, titulada «El árbol de Adán», acto que se llevará a cabo en el Centro Cultural Luis Cardoza y Aragón de la Embajada de México, a las 18:00 horas. La entrada es libre.

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

Guinea Diez publica esta novela bajo el sello de Editorial Norma, dentro de la colección «La otra orilla».

«El árbol de Adán» recrea los trágicos acontecimientos de cientos de aldeas arrasadas y de miles de desaparecidos, hechos ocurridos de manera sostenida durante un largo perí­odo de la vida de Guatemala.

Así­, retomando la idea de Hanna Arendt, sobre la banalización del mal, «El árbol de Adán» vuelve sobre esos dí­as tan sólo para contar un dolor acontecido, un mal enraizado en la memoria de miles de ví­ctimas; contar, nada más, contar para no olvidar.

El escritor colombiano Héctor Peña Dí­az opina que esta obra es sobrecogedora y se logra una voz personalí­sima para contar la historia de ese crimen, de ese «sábado imposible».

«Poco a poco, el lector se sumerge en ese túnel de sombras, en la saeta de los recuerdos que no abandona a la voz dolorida. Todo se vuelve espectral, como si fuera una Comala de la barbarie, no hay énfasis, pero sí­ un gran dolor contenido; no hay disparos, pero sí­ una voz de mando en las tinieblas; no hay gritos, pero sí­ un profundo miedo que atraviesa las páginas», manifestó el novelista colombiano.

Peña Dí­az opina que la novela representa un acontecimiento triste, pero que esa tristeza al final pasará, así­ como pasa todo, y esa oportunidad única e irrepetible no volverá a la superficie de la vida.

«De qué son culpables los pueblos, se pregunta la voz angustiada, no hay respuesta, pero yo digo: son culpables de ser inocentes», concluyó el novelista colombiano.

Primer capí­tulo

Dolores después, según los recuerdos, volví­ por estos caminos para espantarme el miedo y sacármelo del cuerpo. Hago lo que ocurre, extinguir el carbón encendido que traigo en el pecho desde entonces.

Desde esas muertes.

Son muchos años, lo sé, muchos y por eso, de pronto ?un dí­a, una noche, una muerte, un recuerdo, no sé bien cuándo? se me ocurrió caminar y caminar, sin detenerme y así­, llegar a su encuentro.

Es animal grande, al acecho. Se nutre y se regocija de muerte pero, sobre todo, de aquellos gritos ahogados calladitos los pobrecitos ahora miles de sombras en llamas reverberando en las laderas de las montañas, en la remota lejaní­a donde los perros rabiosos custodian un Edén cruel que a la vista de los viajeros es un hueco de una oscuridad grande, como un horno donde el pan es ceniza y las sombras se esparcen en un aire perdido de vida, para advertir a los posibles intrusos que allí­ reinó la indestructible sombra del buitre.

Gerardo Guinea Diez