El candidato conservador a la presidencia de Francia, Nicolas Sarkozy, presentó el lunes a los franceses su proyecto de gobierno recogido en un libro titulado «Juntos» en el que defiende la identidad nacional y el control de la inmigración y explica sus ambiciones polí­ticas.

Cuando faltan 20 dí­as para la primera vuelta de estas elecciones, el candidato de derecha desea afianzar la ventaja frente a su principal adversaria, la socialista Ségolí¨ne Royal.

«Más allá de los discursos, deseo que los franceses conozcan mis valores y mi concepción del Estado francés», explicó Sarkozy en una rueda de prensa en Parí­s.

En la presentación de este libro de 160 páginas, que quiere ser «una carta a los franceses que brota del fondo del corazón», en palabras del propio candidato, Sarkozy recurrió a uno de sus temas recurrentes de campaña: la inmigración y consideró que el actual descontrol en la recepción de extranjeros aumenta el riesgo de explosión social.

«Hay una Francia exasperada. ¿Y por qué lo está? Por la puesta en entredicho de la identidad nacional, por una inmigración descontrolada, por el fraude o por los despilfarros de fondos», declaró el aspirante a jefe de Estado, que cuenta con un 31% de intenciones de voto en la primera vuelta, frente a un 24 o 25% para Royal.

Sarkozy, de 52 años, apostó en su campaña por crear un ministerio de la Inmigración y la identidad nacional, una idea polémica que relanzó entre los candidatos un encendido debate sobre el patriotismo y sobre el uso de sí­mbolos como la bandera o el himno francés.

Mientras fue ministro de Interior, cargo que ocupó de 2002 a 2004 y de 2005 hasta la semana pasada, Sarkozy impulsó una ley que estipula la filtración de los inmigrantes en virtud de sus cualidades y de lo que puedan aportar a Francia.

«Â¿Quién es capaz de decir que no hay una relación evidente entre una polí­tica de inmigración que no es controlada desde hace 30 o 40 años y la explosión social de nuestros barrios? Es algo que salta a la vista», agregó Sarkozy, asegurando que el control de la inmigración es una «obligación para preservar el pacto social» francés.

Al mismo tiempo, el candidato garantizó que si es elegido presidente creará «miles de empleos» y fomentará el crecimiento económico gracias a una estimulación del valor del trabajo que se ha perdido.

«Francia se ha convertido en el paí­s de Europa en el que menos se trabaja», lamentó.

Concretamente, Sarkozy se comprometió a situar el desempleo, principal preocupación de los ciudadanos, por debajo del 5% al final de su mandato de cinco años, frente al 8,4% actual.

Al mismo tiempo, apostó por una estrategia económica concertada con los paí­ses de la zona euro para estimular el crecimiento.

«Está claro que no adoptamos el euro para que nuestras cifras de crecimiento estén uno o dos puntos porcentuales por detrás de las de los demás», declaró.

Al mismo tiempo, Sarkozy garantizó una reforma del sistema de contratos, despidos y jubilaciones y una mejor gestión de las huelgas, abundantes en Francia.

Consciente de las crí­ticas y del recelo que puede despertar entre los franceses por sus ideas radicales y su firmeza a veces excesiva, Sarkozy explica en «Juntos» que es un hombre nuevo que se siente preparado para ejercer el poder.

Impreso en una carrera contrarreloj para que llegara a las librerí­as casi al mismo tiempo que las confesiones de Royal, tituladas «Ahora», Sarkozy intenta en él crear un clima de complicidad y confianza con los franceses.

«Amo la polí­tica porque amo a los demás» o «la polí­tica sirve para unir a los franceses y no para separarlos», son algunas de las frases con las que Sarkozy intenta contrarrestar su reputación de polí­tico ambicioso e incisivo en esta recta final de la campaña.