Existen pruebas evidentes que la reducción de los niveles de actividad física es un factor fundamental en el incremento de la obesidad que, incluso, puede estar afectando más a la población que la falta de una dieta balaceada.
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Durante una semana se congregaron en la ciudad Maracaibo, Venezuela, más de 800 profesionales de la salud en el X Congreso Latinoamericano de Obesidad y el primer Congreso conjunto de sociedades médicas, que incluyó a especialistas en diabetes, síndrome metabólico y obesidad para debatir sobre las últimas investigaciones científicas a nivel nacional e internacional en la materia.
El objetivo fue poner en el tapete y discutir la posibilidad de que los profesionales de la salud empiecen a recetar el ejercicio como medicina contra la obesidad. La recomendación acordada es que todo adulto sano debe realizar actividad física aeróbica moderada por un mínimo de 30 minutos al día durante cinco días a la semana.
“La obesidad está detrás de numerosas enfermedades cardiovasculares, así como de la hipertensión arterial, la dislipidemia o la diabetes, entre otras patologías. Las causas y consecuencias de la obesidad están ampliamente debatidas y son consensuales, por lo que el objetivo claro es fijar la mirada en las herramientas de prevenciónâ€, indicó John Duperly, especialista en medicina interna y PhD en Medicina del deporte, asesor científico del programa Muévete Bogotá.
El centro del debate de los especialistas, apunta Duperly, debe girar en generar propuestas para trabajar en la implementación de estilos de vida activos y saludables que contrarresten los efectos que el estrés, el sedentarismo y los inadecuados hábitos alimenticios están provocando en la salud mental y física de las personas.
EJERCICIO ES MEDICINA
“En la lucha por el control del peso y la buena salud general, solemos darle mayor importancia al tipo y cantidad de alimentos y bebidas que consumimos que a inactividad física, siendo que ella ha traído como consecuencia una rebaja importante en el gasto energético, olvidando que son dos caras de una misma monedaâ€, explicó Duperly.
El experto señaló que existen pruebas evidentes que demuestran que la reducción de los niveles de actividad física es un factor fundamental en el incremento de la obesidad. De hecho, concuerda en que la cantidad de actividad física que se realiza puede ser un factor incluso más determinante en el desarrollo de la obesidad que la ingesta calórica.
Los beneficios que el ejercicio aporta a la salud pueden notarse si se realizan actividades físicas moderadas, y son más evidentes en las personas sedentarias que cambian sus hábitos y se vuelven más activas.
El especialista citó estudios que comprueban que la actividad física mejora la salud subjetiva, el estado de ánimo y la emotividad, así como en la autopercepción y la autoestima.
La recomendación es caminar a paso ligero durante treinta minutos, todos o casi todos los días de la semana. Está demostrado que, la misma cantidad de ejercicio dividida en dos o tres espacios más cortos de tiempo puede ser casi igual de efectiva y más fácil de sobrellevar si se realiza diariamente.
Para promover la actividad física entre los ciudadanos es necesaria la intervención concertada de varios organismos que ayuden a las personas a reducir su sedentarismo e incrementar la movilidad. Duperly insiste en que “todo profesional de la salud debe revisar y evaluar los niveles de actividad física de los pacientes y culminar su consulta con una autorización y prescripción de ejercicio o en su defecto con la remisión a un profesional experto y certificadoâ€.
Las autoridades nacionales, regionales y locales también tienen que trabajar en crear entornos que fomenten actividades como caminar, montar en bicicleta y ejercicios al aire libre. A su vez, es responsabilidad de cada persona evaluar sus prioridades para conseguir llevar un estilo de vida que incluya más actividad física al día.