La situación de violencia en contra de las mujeres, niñas y adolescentes de Baja Verapaz presenta un panorama poco alentador, pues ellas siguen siendo víctimas de agresiones físicas, psicológicas y económicas, sin importar condición económica o clase social.
A decir de Nancy Campos, coordinadora del Grupo Guatemalteco de Mujeres (GGM) y del Centro de Apoyo Integral para Mujeres Sobrevivientes de Violencia (CAIMU), en lo que va del año se han atendido en ese lugar a 500 mujeres, quienes fueron objeto de diferentes tipos de violencia.
Campos dijo a Cerigua que la situación en el departamento es difícil, pues las mujeres están sufriendo violencia especialmente en sus hogares, un lugar que debería ser de protección.
De acuerdo con Campos, la entidad que representa inició sus labores de atención a mujeres, niñas, niños y adolescentes sobrevivientes de agresiones en el 2007, después de elaborar un diagnóstico institucional de cómo se atendían los casos de violencia contra la población femenina.
Del 2008 al 2010 la institución ha atendido y acompañado tres casos de acoso sexual, ocho de abuso sexual, seis de incesto, tres de intentos de violación y 27 agresiones sexuales contra niñas, niños y adolescentes, subrayó la entrevistada.
La mayoría de las personas que ejercen la violencia son los esposos, convivientes y ex esposos de las víctimas, producto de una cultura patriarcal y machista que ha generado relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres y donde el hombre pretende ser superior al sexo opuesto, indicó Campos.
La lideresa dijo que las mujeres que sufren de violencia presentan deterioro de su autoestima, tienen miedo, son inseguras y se deprimen constantemente, en las niñas y niños las agresiones generan los mismos síntomas además del bajo rendimiento escolar, malas relaciones en la escuela y la sociedad, así como aislamiento.
Campos subrayó que los patrones de crianza se repiten y forman un ciclo de violencia difícil de romper y lamentó que las agresiones contra la población femenina se naturalicen y se vean en las familias como algo normal que toda mujer debe aguantar.
La entrevistada indicó que romper el ciclo de la violencia es importante y las sobrevivientes de agresiones deben recibir terapia psicológica para lograr que vuelvan a tener confianza en sí mismas y mejorar su autoestima, con la finalidad de que puedan tomar decisiones adecuadas, principalmente a ya no vivir más en un ambiente violento.
La integrante de GGM dijo que aún es difícil lograr que las mujeres rompan el silencio y denuncien, pues a todas se les ha enseñado a ser sumisas y a que deben estar con su pareja “hasta que la muerte los separe†o porque muchas dependen económicamente de sus parejas.