Alemania está preocupada por el boom en la utilización de los biocombustibles y teme efectos nefastos para el medio ambiente a raíz de la tala de árboles en los países en vías desarrollo para plantar cultivos destinados a ese fin.
La actual carrera de los biocarburantes con la meta de reducir el impacto de la emisión de gases con efecto invernadero en el calentamiento del planeta es una «biomentira», asegura Thomas Henningsen, de la organización ecologista Greenpeace
«Esto no tiene nada que ver con lo ’bio’», asegura.
El premio Nobel de química 1988, el alemán Hartmut Michel, también criticó un aumento de la utilización de biocombustibles en la Unión Europea, en una entrevista con el periódico Neuen Osnabrí¼cker Zeitung.
La decisión de la UE de mezclar biocombustibles con gasolina tradicional es «extremadamente negativa» desde el punto de vista del ambiente por sus «efectos devastadores» en las selvas tropicales, dijo al diario.
Como los costos de fabricación de los biocombustibles son más elevados en Europa que en los países emergentes, la UE se ve obligada a importar por ejemplo aceite de palma de Indonesia, lo que conduce a talar o quemar selvas tropicales para plantar palmeras, explicó.
Lo mismo sucede con las importaciones de biocombustibles a base de caña de azúcar o soja en Brasil.
Según Greenpeace, un 87% de las selvas tropicales destruidas en el sudeste asiático entre 1995 y 2000 tuvieron como fin crear plantaciones para extraer aceite de palma.
El gobierno alemán estudia la implementación de un sistema de certificación para el aceite de palma a fin de evitar la deforestaciión de superficies enteras de palmeras.
El ministro alemán de Medio Ambiente, el socialdemócrata Siegmar Gabriel, propuso el jueves que la industria no se beneficie de subvenciones para la utilización de aceite de palma hasta que no se implemente un verdadero sistema de vigilancia de las condiciones de su producción.
Actualmente, cerca de un cuarto de las importaciones de aceite de palma de la UE está destinada a la producción de biocombustibles.
Los ecologistas también dan la señal de alarma en Brasil, donde la selva amazónica es talada para extender las plantaciones de caña de azúcar y los cultivos de soja, utilizados para la producción de etanol. Sus costos de producción en Brasil son inferiores al de la producción de aceite de colza en Europa.
La Comisión Europea quiere que los biocombustibles representen al menos un 10% de los carburantes utilizados por el sector de transporte en 2020.
Según Thorben Becker, experto en energía en la BUND, una asociación especializada en la ecología, el recurso a la biomasa sería más razonable para alcanzar ese objetivo.
La reciente «crisis de la tortilla» en México, cuando explotó el precio del maíz, también mostró los peligros de transformar las tierras que hasta ahora estaban consagradas a la alimentación local en cultivos donde sólo crecen plantas destinadas a los biocarburantes.
«Tenemos necesidad de implementar un concepto global, a nivel de la UE o a nivel mundial» sobre la cultura destinada al biocarburante, estima Henningsen, para quien sería mejor esperar una moratoria sobre la importación de estos productos.