Las monarquías del Golfo no sólo están preocupadas por la violencia en Irak y las ambiciones hegemónicas de Irán, sino por la confusión política que reina actualmente en Estados Unidos, un aliado del que dependen para su seguridad.
Estas dudas sobre la política estadounidense estaban en la mente de todos los participantes en el Diálogo de Manama, foro anual sobre la seguridad del Golfo organizado por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) de Londres, que terminó el domingo en Bahrein.
Principalmente tras el informe del grupo de estudios sobre Irak, una comisión independiente dirigida por el ex secretario de Estado norteamericano James Baker que ha recomendado al presidente, George W. Bush, un cambio de estrategia en Irak y la región.
Las seis monarquías árabes del Golfo, empezando por Arabia Saudita, temen que la violencia en Irak, entre el terrorismo de Al Qaeda y la cuasi guerra civil entre chiítas y sunitas, supere las fronteras de Irak.
«Esta situación es un peligro evidente para toda la región», resumió el ministro bahreiní de Relaciones Exteriores, Jaled Ben Ahmad Ben Mohammad Al Jalifa.
De ahí el llamamiento del domingo al gobierno iraquí de estos seis países (Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos írabes Unidos, Kuwait, Omán y Qatar) para que disuelva las milicias.
En cuanto a Irán, la preocupación de estos seis países sobre el programa nuclear de Teherán les llevó a tomar la decisión crucial de desarrollar la tecnología nuclear destinada a fines civiles.
Pero estos dos problemas, ya graves, aún lo son más por la incertidumbre de Washington.
Estados Unidos «debe poner orden en su casa», ya que nadie sabe quién decide en Washington, advirtió el emiratí Abdeljaleq Abdalá, profesor de la Universidad de los Emiratos de Dubai.
Por mucho que los gobiernos de estas seis monarquías petroleras escondan cada vez menos su descontento ante la política estadounidense, en Irak o ante el conflicto palestino-israelí, saben que su seguridad depende antes que todo de Washington.
De ahí la preocupación que les inspira la influencia creciente de Irán. «La política norteamericana está cambiando e Irán va viento en popa», comentó F. Gregory Gause, profesor de la Universidad de Vermont (Estados Unidos), presente también en Manama.
El presidente Bush rechazó la semana pasada la propuesta del informe Baker, que preconiza un diálogo directo entre Estados Unidos e Irán.
Por su parte, en Manama, el canciller iraní, Manuchehr Mottaki, volvió a decir que el principal peligro para la seguridad regional es la presencia de tropas extranjeras, es decir, estadounidenses.
Para Abdalá, la salida de estas tropas es impensable, ya que «la presencia extranjera es un hecho» ineludible en el Golfo, teniendo en cuenta lo que tiene Washington en juego en la región.
Pero también admite que Irán ya «está hablando de una posición de fuerza, de confianza, de arrogancia».