Prejuicios


Fernando Ramos

Las ideas preconcebidas, con respecto a cualquier tema, hacen que se formen juicios sobre bases falsas y que se cometa el error de generalizar; así­ se tiene que si alguien se tatúa, alguna parte del cuerpo, inmediatamente es asociado con mareros, ladrones y hasta sicarios; los ejemplos abundan, por eso para tener mejor visión del entorno es necesario liberarse de los prejuicios y desarrollar el criterio propio.


Aplicados al cine y la televisión los prejuicios consiguen evitar que se vean algunas pelí­culas, series o programas, la mayorí­a de las veces sin justificación.

Con respecto al cine, la opinión generalizada es que los filmes producidos en los Estados Unidos, o todo lo etiquetado «made in Hollywood», no vale la pena, es basura; de ahí­ que se tienda a desaprobar todas las cintas que vienen de allá; por el contrario, es común magnificar el cine de otras latitudes.

El asunto del cine es cuestión de presupuesto, y no precisamente de las megaproducciones que utilizan cientos de millones de dólares para filmarse; por ejemplo, en Estados Unidos, un filme de bajo presupuesto es aquel cuyo valor final no excede los 25 millones; para el caso de los paí­ses del tercer mundo, en los cuales la industria cinematográfica no está desarrollada, hablar de 500 mil o un millón de dólares es soñar despiertos. El punto es que no basta con que un director tenga el talento, el oficio, o que disponga de buenos actores, el dinero siempre será necesario, porque la producción y la post producción lo requieren.

Hay que tener presente que el cine es, en principio, un negocio que se dedica a generar ganancias por medio del entretenimiento masivo, por eso la mayorí­a de producciones son comedias o de acción; situación que no tiene nada de malo, hay que saber disfrutar de todos los géneros; una buena comedia o una bien lograda pelí­cula de acción es tan imprescindible como un buen drama.

Rechazar los géneros que no son considerados arte es caer en el esnobismo, no se puede descalificar algo sin haberlo visto, y menos sólo por su origen. El cine es como cualquier otra manifestación de expresión del ser humano (literatura, música, pintura, en sus acepciones más generales), hay mucha gente interesada en hacerlo; de esa cuenta cada año, en todo el mundo, se filman gran cantidad de guiones, pero entre todos solo podrán ser considerados excelentes unos veinte. Es fácil comprobarlo si se hace el ejercicio de contar las obras de arte que se han realizado en más de cien años; si fueran mil, entonces habrí­a una media de diez por año.

El caso de la televisión es similar, aunque un programa o una serie tienen un costo menor; sin embargo, aquí­ el tema del negocio se impone, más en los canales locales, que en los paí­ses de América Latina suelen ser oligopolios o monopolios.

Aunado a los intereses comerciales, el televidente desempeña un papel importante, pues tiene el poder de pedir mayor calidad, de lo contrario está en la libertad de cambiar de canal, de esa forma se obliga a las televisoras a preocuparse por subir el nivel de lo que ofrecen; eso se nota en las series que vienen de los Estados Unidos o de Inglaterra, las que se centran, cada vez más, en los buenos guiones.

El gusto del espectador ha evolucionado, llegando a exigir que cada entrega sea más elaborada; claro que también hay que agregar la competencia que se da entre cadenas, la disputa del «rating» es feroz, pero eso ha devenido en que la programación se supere, en estos tiempos hay canales para todos los gustos; en definitiva, la caja ha dejado de ser boba.

Liberarse de prejuicios permite apreciar el cine y la televisión en toda su dimensión. No importa que se trate de una comedia infame o de una telenovela, todo está en diversificar las opciones y afiliar el criterio, si se tiene conocimiento de causa es posible disfrutar de cualquier tema. Hay entretenimiento hasta en los churros o en los telepredicadores.

Visite http://cineforochapin.blogspot.com