Preguntas acerca de los diputados viajeros


Hasta el momento de escribir estos apuntes (medianoche del miércoles), ignoro el curso que ha tomado el escandaloso caso de los tres diputados que viajaron a Parí­s, a un inexistente seminario de la organización Parlamentarios por la Acción Legal, que ni siquiera se habí­a anunciado, lo que no impidió que el primoroso Jorge Méndez Herbruger, presidente del Congreso, autorizara la erogación de Q136 mil en viáticos, aunque el trí­o de parlamentarios asegura que ya los devolvió.

Eduardo Villatoro

Esos legisladores, si tuviesen un mí­nimo de decencia, concepto que, al parecer, lo desconocen, al retornar de la capital de Francia, una vez descubierta la falsedad de la invitación, se hubieran presentado contritos y arrepentidos ante los reporteros que los entrevistaron; pero todo indica que esa clase de individuos carece de recato.

Si usted no se percató de semejante falta de respeto a los guatemaltecos, le sugiero que vea a la ligera las portadas de los diarios La Hora (del lunes 13), Siglo Veintiuno y elPeriódico (del martes 14), para que se percate del descarado cinismo de esos sujetos que, para oprobio del mismo Congreso, aparecen en las fotografí­as con los rostros jacarandosos. Uno de ellos, Jaime Martí­nez Lohayza, nada menos que jefe de bancada de la GANA, suelta repulsiva carcajada, mientras la diputada Virna López todaví­a se atreve a hacer el ademán de aprobación, alzando el dedo pulgar de su mano derecha, y al tercer individuo, Waldemar Barillas, se le nota desafiante.

Para ellos, según los gestos tomados por las lentes de los fotógrafos, el bochornoso asunto pareciera ser travesura de adolescentes; pero para mí­ y seguramente para muchos de mis contados lectores, no es más que la demostración de desprecio a los guatemaltecos.

Fí­jese usted que la señora López, durante su primera comparecencia ante los periodistas, se bañó en aguas de pureza. Afirmó que ella es una «profesional seria y responsable», además de inteligente, cuyo talento alcanza dimensiones tan extrañas, como el hecho de aseverar que estando en Parí­s y habiendo descubierto que no se desarrollarí­a el seminario anunciado falsamente, no pudo llamar de inmediato a Guatemala, a fin de comunicarse con el presidente del Congreso, para ponerle al tanto de lo que no ocurrí­a, porque el «roaming» de su teléfono móvil no funcionaba. ¡Pu?chica!

¿Es que en el hotel donde se hospedaron estos tres dignos delegados de la peor clase polí­tica autóctona, no funcionan teléfonos fijos? ¿En todo Parí­s no hay casetas telefónicas desde las cuales se pueden hacer llamadas? O, como ya lo dijo la incisiva columnista Dina Fernández, de Prensa Libre, esa brillante diputada de la GANA ¿no pudo encontrar un café-Internet para comunicarse cibernéticamente con su jefe Jorge Méndez?

Ella y sus compinches ¿no le pudieron haber prestado dos de los cuatro dedos de frente de los que le sobran a su correligionario ílvaro Aguilar, precandidato presidencial, como para pensar en la conveniencia de confirmar la invitación, antes de partir a Parí­s, y, de paso, solicitar el programa de actividades?, como lo hace cualquier persona medianamente prevenida que participa en actividades internacionales de cualquier í­ndole.

Ahora resulta que ellos son las ví­ctimas, sin pensar que es perversamente ofensiva, para la dignidad y la inteligencia de los guatemaltecos, las expresiones de burla de los tres diputados, pero especialmente la mueca de satisfacción del insolente Martí­nez Lohayza, a quien todos los señalamientos de corrupto le resbalan en su pellejo desfachatado.

¿Será que la Contralorí­a General de Cuentas de la Nación y/o el Ministerio Público, así­ como los tribunales de justicia procederán con rigor en contra de esos diputados viajeros de la GANA, para que, si es que se comprueba que hubo delito, vayan a parar con sus huesos a la cárcel, juntamente con el exquisito presidente del Congreso, tí­pico ejemplar de la burguesí­a elitista que levanta discursos de probidad y se consume en su í­ntima podredumbre?

Si es cierto, como pretenden defenderse estos cuatros representantes del escarnio, que la invitación para que el trí­o de turistas oficiales viajara a Parí­s ingresó al despacho de don Jorgito Méndez Herbruger casi fantasmagóricamente, tiene razón la gentil, eficiente y guapa presentadora de televisión Alejandra ílvarez, del noticiario Zona Cero, al preguntarse retóricamente ¿qué clase de personas trabajan bajo las órdenes del Presidente del Organismo Legislativo (a quien sus detractores llamarí­an Pantera Rosa) que son incapaces de percatarse de una burda falsificación?

Son muchas las preguntas que, si prosperan las denuncias planteadas por Mario Polanco, en nombre del GAM; y la aguerrida diputada Anabella de León, deberán responder esos cuatro impúdicos parlamentarios.

(El diputado Romualdo Jervrujer pregunta al polí­glota trotamundos Renhé Leyba, viajando con su petate, ¿La Pantera Rosa es una expresión de la cultura gay? La misma Pantera Rosa ¿es él o ella? ¿Se habrá operado o no? ¿Por qué siempre anda desnuda y no se le ve nada?).