Las grandes potencias emergentes, encabezadas por Brasil, China e India, se ponen a la defensiva en vísperas de la conferencia de Copenhague sobre Cambio Climático y unen sus fuerzas para evitar todo intento de hacerles aceptar objetivos obligatorios.
Una serie de reuniones informales restringidas, este martes y miércoles en Copenhague en torno a la ministra danesa del Clima, Connie Hedegaard, les permitirá reafirmar lo que consideran como «no negociable» en la perpectiva del futuro acuerdo.
Para no exacerbar las tensiones, Hadegaard aseguró a la AFP que en este estadio su gobierno «consulta a numerosos países, bilateralmente y multilateralmente: se están discutiendo y probando diferentes opciones».
Las negociaciones «no empiezan hasta la semana próxima», con la inauguración el 7 de diciembre de la Conferencia de la ONU en la capital danesa, precisó.
Pero el sábado pasado, un consejo de guerra reunió en Pekín a China, India, Brasil, Sudáfrica y Sudán (presidente en ejercicio del G77, coalición de países en vías de desarrollo) para decidir una posición común e intransigente.
Esta se articula en torno a cuatro puntos básicos: rechazo de objetivos obligatorios de reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero, negativa a someter sus políticas climáticas al control internacional si no están financiadas por los países industrializados, exclusión de un umbral máximo fijado por adelantado para el crecimiento de sus emisiones y exigencia de que los países desarrollados renuncien a todo arancel que penalice sus exportanciones en nombre de la lucha contra el calentamiento global.
La declaración de Pekín están destinada a frustrar por adelantado una propuesta de la presidencia danesa -también adoptadas por el G8 en julio en L»Aquila- que sugiere un objetivo mundial de reducción de 50% de las emisiones en 2050 respecto al nivel de 1990. Según dicha propuesta, los países desarrollados se harían cargo del 80% de este objetivo.
«Si los países industrializados se comprometen a un -80 o -85%, esto significa que los países en vías de desarrollo asumen las obligaciones restantes: eso sólo sería posible a condición de disponer de importantes transferencias de recursos y tecnología», advierte en la página web de su ministerio de Medio Ambiente el primer ministro indio Manmohan Singh.
Por otra parte, el texto de Pekín reafirma el apego de las potencias emergentes al Protocolo de Kioto, cuyos compromisos expiran a finales de 2012, y a que éste sea prolongado y no remplazado.
Según el Protocolo de Kioto, los países ricos son los únicos con objetivos obligatorios de reducción de sus emisiones.
«Esta cuestión crea un verdadero contencioso y es comprensible», considera Kim Carstensen, responsable climático de la ONG WWF International.
El hecho de que Estados Unidos no haya ratificado el protocolo de Kioto (es el único país industrializado que no lo ha hecho) no justifica, en su opinión, «dar la espalda al único instrumento jurídicamente vinculante actualmente en vigor».