El español Joan Miró ha sido uno de los artistas más importantes y populares del Siglo XX. El Estado portugués tiene 85 de sus obras. El problema es que no sabe qué hacer con ellas.
El gobierno portugués, acosado por enormes deudas, insiste en la venta de la colección formada por cuadros y esculturas, a pesar de las protestas de la oposición y la indignación del mundo artístico.
En la reciente edición de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo ARCO en Madrid, los participantes lusos no escondieron su gran enfado.
«Se trata de uno de los grandes tesoros que tenemos y podemos quedárnoslo. Es una de las mejores colecciones privadas del mundo. No es un simple conjunto de cuadros, sino una colección que acompaña la trayectoria del artista entre 1927 y 1962. O sea: todas las épocas de la vida de Miró», dijo Manuel Santos, de la Galería Filomena Soares de Lisboa.
Su colega y compatriota Carlos Carvalho se quejaba de la «mediocridad de los políticos», al tiempo que la galerista lisboeta Fátima Mota da Fonseca Macedo expresaba en Madrid su «profunda tristeza» por «la actitud entre infantil e incompetente» de su país.
¿Cómo se llegó a este punto? El Estado tiene las obras en su poder desde la nacionalización del Banco Portugués de Negocios (BPN), en medio de grandes pérdidas y peores escándalos, a finales de 2008. Y al gobierno se le ocurrió ahora venderlas para pagar deudas.
En realidad, la colección debería haber sido subastada en Londres y a principios de febrero. Pero Christie’s, la empresa responsable de la subasta, canceló la operación por cuestiones jurídicas planteadas por los muchos opositores a la venta en Portugal.
Los fiscales de la República habían presentado por ejemplo una medida cautelar para impedir la comercialización de las obras. Por su parte, cinco miembros del opositor Partido Socialista PS -entre ellos la exministra de Cultura Gabriela Canavilhas- también presentaron una medida cautelar, a finales de enero.
El objetivo fue siempre el mismo: impedir lo que tantos tildan de «liquidación» del patrimonio cultural. El Tribunal Administrativo del Círculo de Lisboa reconoció que el transporte de la colección a Londres fue ilegal, pero autorizó la operación. Aun así, Christie’s no quiso correr ningún riesgo, y canceló todo en el último momento.
El Primer Ministro Pedro Passos Coelho no entiende la ola de protestas. «Se necesita un poco de realismo, no podemos invertir las prioridades», dijo.
Passos Coelho cree que hay otras prioridades para el sector cultural, en un momento en el que el país se encuentra al final del plan de rescate acordado con la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, la llamada «troika» de acreedores.
El gobierno portugués espera recaudar entre 30 y 40 millones de euros (41 y 55 millones de dólares) con los 85 cuadros. Un disparate, sostiene Santos, quien está convencido que las obras, en el caso de ser vendidas, «no pueden valer menos de 90 millones».
Según el periódico económico «Jornal de Negocios», la colección de Miró fue ofrecida al BPN en su momento para compensar un préstamo considerado irrecuperable. Este préstamo había sido asignado a Alejandro Agag Longo, esposo de la hija del ex presidente del Gobierno español José María Aznar, revela el rotativo.
Mientras tanto, Oliveira e Costa, fundador y expresidente del BPN, está siendo juzgado por abuso de confianza, estafa agravada, falsificación de documento y lavado de dinero.
Los partidos de la oposición sostienen que Portugal ganaría en prestigio e incluso más dinero si optara por exponer en uno de sus museos una colección de este tamaño y categoría.
Al menos dos museos han expresado interés en recibir la colección. Uno de ellos es el Museo Colección Berardo, ubicado en el Centro Cultural de Belém, en el este de Lisboa, que expone la colección privada del empresario Joe Berardo, la mayor colección de arte contemporáneo en Portugal. Otra casa interesada es el Museo Nacional de Arte Contemporáneo-Museo del Chiado, también en la capital.
En el medio de toda la controversia, el opositor Bloque de Izquierda exigió consecuencias políticas, por el hecho de que el gobierno permitiera la salida ilegal del país de las obras, es decir, sin tener en cuenta los plazos establecidos por la ley del patrimonio.
El mismo Passos Coelho admitió que la cosa «no se hizo bien», pero insistió recientemente en que la venta se llevará a cabo en el «corto plazo». Entretanto, Christie’s anunció un nuevo intento de subasta para junio. El próximo capítulo de esta polémica «telenovela» está a la vuelta de la esquina.