¿Qué se pensaría si la Contraloría General de Cuentas de la Nación contrata una firma de contadores para que les haga el trabajo? Sería igual que si el Ministerio Público le paga una cuota al mes a una firma de abogados para que le lleve los casos en tribunales o como que la policía contrate agentes privados para hacer los patrullajes.
Así de ilógico es que la Superintendencia de Administración Tributaria, (SAT), venga a contratar a una firma que le haga el trabajo para lo que fue creada la institución y que esté dispuesta a pagar una cantidad escandalosa de dinero para resolver precisamente un problema de plata que, por su ineficiencia, se está generando en el país.
Si hay una falla en la recaudación, se tienen que considerar dos puntos: La irreal planificación en la meta que se establece para el período o la incapacidad de recolectar los fondos que se tienen proyectados. No hay de otra y en medio de esas dos puntas del problema cabe la evasión por los distintos métodos que hacen que se vea afectado el ingreso a las arcas del Estado.
Pero si ese es el problema, la solución no pasa por contratar a una empresa que venga a sacar el chance porque no podrá tocar a los grandes evasores. No hay forma de arreglar el problema mientras no exista voluntad para entrarle al tema impositivo excluyendo la componenda, el arreglo y la evasión porque a falta de eso, nada funciona.
Es una pena que la declaración de incapacidad e inutilidad de los funcionarios de la SAT llegue al descaro tal de pedir la contratación de esta firma argentina que, con poco, vendrá a hacer un jugoso negocio, en el fondo clave en la propuesta. Lo mejor sería que con vergüenza, los encargados del relajo salgan de inmediato para que quede el puesto en disponibilidad de nombrar a quienes sí puedan hacerlo.
Más que estimaciones erróneas, lo que hay es complacencia para el contrabando y para la evasión y nada de eso podrá ser atacado por una empresa. Lo único que se busca, evidentemente, es compartir la jugosa comisión que se pagaría a los argentinos porque, en honor a la verdad, así se hace todo en Guatemala.
La única medida para transformar el procedimiento y el resultado de las deficientes instituciones guatemaltecas, es sacudiendo el árbol con fuerza para que se caigan todos los incapaces que ejercen y se engolosinan con el poder pero que no tienen ni idea de lo que es el servicio público. Qué vergüenza ser el rostro de la SAT.
MINUTERO:
Privatizar la recaudación
siempre ha sido corrupción;
con el IUSI lo hace un alcalde
y el negocio no es de balde