Existe el deseo unánime en relación al evento electoral ya cercano, en el sentido que tenga total seguridad y garantía de respeto a la voluntad del electorado. Los sectores que conforme a la Ley están inmersos en este proceso, tienen obligación de coadyuvar a su desarrollo conveniente.
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El Tribunal Supremo Electoral (TSE), rector del suceso en ciernes, estuvo en un estira y afloja con el Congreso para su financiamiento previo. Importa la transparencia en el manejo al centavo, que vele asimismo mediante mecanismos a su alcance, a fin que ni una sola nube llegue a oscurecer y arruine de consiguiente el panorama.
Determinante papel tiene el TSE, otro tanto las autoridades deben complementarlo con su participación decidida. El ministerio de Gobernación, el de Defensa, como la Policía Nacional Civil de manera conjunta y coordinada, a los efectos de salir adelante, sin desórdenes de ninguna clase.
Ocupan posición de primer orden las empresas prestatarias del servicio eléctrico a nivel nacional. Cualquier fallón (apagón) en el sistema dejaría muchas dudas, máxime que provocaría una piedra en el zapato, causante por el clima de inseguridad, actualmente problema pendiente de solución.
El abanico de candidatos y partidos políticos en una acción deseable, son llamados a escribir una página limpia en la historia, durante dicho proceso. La ciudadanía ansía que su protagonismo no contravenga la democracia, tampoco el auténtico civismo para arribar a un final civilizado.
Guatemala merece que sus hijos propicien y eleven su prestigio, tan necesario en momentos donde deben salir a luz actitudes de orden positivo y por ende constructivo. Apelar a que todos y todas pongan de su parte lo mejor en aras del bien común, junto a la seguridad general no es mucho pedir.
A título individual el país, a las puertas del evento electoral exige de cada votante que acuda a las mesas y urnas receptoras, con una actitud conciente y responsable. Sea del área urbana o rural; reclama también su decisión conforme los intereses y necesidades urgidos de solución.
La ciudadanía como el gran elector conlleva una función relevante, empero si desvía un ápice su rol específico hacia aspectos fuera de foco, concluiría por avivar y extender la psicología del rumor. Crea un clima de desorientación en la línea vigente de «bolas» sin qué ni para qué.