Por una Guatemala llena de niños artistas


Ricardo Arjona volvió para cumplir, y a través de su fundación en México, va a promover el mundo de la música entre los niños guatemaltecos, quienes serán contagiados del optimismo artí­stico del exitoso cantautor nacional.

El cantautor Ricardo Arjona presentó la Fundación Adentro, creada por el artista y que busca llevar guitarras a niños de las escuelas públicas de inicialmente seis departamentos, para promover el arte entre los infantes chapines.


«Me da terror levantarme sin algo que soñar. El sueño con el que me he despertado los últimos dí­as es un paí­s lleno de niños artistas, donde en las escuelas suenen las guitarras y a la orilla del lago de Atitlán se paseen chicos cantores», afirmó Arjona a medios locales la noche del lunes.

La Fundación Adentro, que tendrá su sede en México, además de entregar los instrumentos, se encargará de enseñarles a canalizar sus energí­as a través de la música, para sacarlos del aburrimiento, de la rutina de vivir sólo porque se está despierto, según el artista.

Sololá, Petén, Suchitepéquez, San Marcos, Izabal y Zacapa serán los primeros departamentos beneficiados, donde con el apoyo del Ministerio de Cultura y Deportes llevarán maestros de música a enseñar a los niños.

Según Arjona, las guitarras pueden darle un giro a la vida de los niños, tal y como le pasó a él pues, confesó, una tarde al volver de una sesión con el dentista, en la que le extrajeron algunas piezas, su padre le recibió con una guitarra que le compró en la ciudad.

«Sin este regalo seguramente hubiera sido maestro, igual que mi papá», reveló Arjona, quien fue docente en escuelas públicas, aunque en sus ratos libres daba rienda suelta a su creatividad, escribiendo y arreglando la letra y música de sus primeras canciones.

Los orí­genes de la Fundación Adentro se remontan a octubre de 2005, cuando Arjona realizó un recorrido por Panabaj, Santiago Atitlán (oeste), área que recién habí­a sido devastada por las lluvias provocadas por el huracán Stan.

En esa ocasión, Ricardito, un niño de ese poblado indí­gena, cuya casa estaba en ruinas y casi no tení­a qué comer, se le acercó y le pidió que le regalara una guitarra, recordó.