En la página once de la edición de ayer tarde del Diario LA HORA se publicó un enérgico pronunciamiento de la Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas, CNOC, el cual formula un llamado a los diferentes sectores para organizarse y luchar por un salario que alcance para comer y vivir.
El documento empieza señalando que están subiendo los precios del fríjol, el arroz, las tortillas. «Cada día aumenta el costo de los servicios de luz, agua, transporte, combustible, pasaje, las medicinas, el vestuario, la educación. Todo está cada día más caro, tanto en la ciudad como en el campo y con nuestro salario compramos menos».
La Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas critica duramente la insistencia del presidente de Guatemala, el empresario azucarero í“scar Berger de pretender fijar un salario mínimo atendiendo el criterio de productividad pues la misma no sólo está alejada de la realidad salarial sino que además es ilegal, porque viola el ordenamiento jurídico laboral, sobre todo la concepción que configura el salario mínimo. El salario por productividad es trabajar más horas y ganar menos.
El documento destaca de manera contundente que el salario mínimo debe responder a las necesidades del trabajador y no al índice de ganancia o renta empresarial. Como Derecho Humano forma parte de los derechos económicos y sociales contenidos en el Protocolo de San Salvador que es adicional a la Convención Americana Sobre Derechos Humanos o Pacto de San José.
En su artículo séptimo, inciso a) del Protocolo de San Salvador aprobado el 17 de noviembre de 1988, los Estados Partes, entre ellos Guatemala, se comprometieron a garantizar una remuneración que asegure como mínimo a todos los trabajadores condiciones de subsistencia digna y decorosa para ellos y sus familias y un salario equitativo e igual por trabajo igual, sin ninguna distinción.
Uno de los Acuerdos de Paz, el relativo a Aspectos Socioeconómicos y Situación Agraria, destaca que la paz duradera sólo es posible si se basa en un desarrollo socioeconómico que responda a las necesidades de la población, persiga la justicia social y tenga la capacidad de convocar a la participación efectiva de todos los sectores de la sociedad en la solución de sus necesidades. También establece que «?una política de Estado en materia de trabajo es determinante para una estrategia de crecimiento con justicia social».
Por su parte, el Informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico remarca los estrechos vínculos entre la paz y la realidad social. Al analizar las raíces históricas del enfrentamiento armado interno, expresa que la estructura y la naturaleza de las relaciones económicas, culturales y sociales en Guatemala han sido profundamente excluyentes, antagónicas y conflictivas. En este sentido, los Acuerdos de Paz comprometen a la aplicación de una política económica orientada hacia el aumento del empleo y que permita elevar progresivamente el ingreso real de los trabajadores. La postura retrógrada del sector empresarial (CACIF) y de su gobierno encabezado por el licenciado í“scar Berger, no solo viola los Acuerdos de Paz sino también los convenios internacionales como el Protocolo de San Salvador. Tanto los trabajadores activos como los jubilados merecen un aumento, pues como dice uno de los estribillos de las organizaciones populares «un pueblo con hambre, es un pueblo sin paz».