¿Por qué asustan los resultados de las encuestas?


Hablando con la verdad, ¡para nadie! constituye sorpresa que las encuestas que han estado publicando alguna prensa escrita, hayan estado arrojando claras y evidentes muestras que dentro de la población existen cada vez más indecisos, frí­os, indiferentes y muy poco entusiastas electores. Eso, no ha sido más que la confirmación de lo que muchos guatemaltecos adoptamos del contacto diario con la gente, fuera en un velorio, al salir de misa, en cualquier actividad social, en una reunión familiar y en donde más de dos personas nos preguntamos ¿por quién vas a votar, vos?

Francisco Cáceres Barrios

En la última encuesta publicada la semana pasada, el nivel de «indecisos» arroja un 45 por ciento. Entrecomillé a propósito el término, puesto que bien podrí­a llevar otro que mejor reflejara el desencanto y frustración que existe en términos generales sobre el comportamiento de los polí­ticos. Imagí­nese usted, estimado lector, ¿quiénes no brincaron de la alegrí­a al enterarse de la resolución de la Corte de Constitucionalidad para no realizar el proceso eleccionario de los diputados al Parlacen este año, ante la absurda pretensión de disfrutar del mal entendido privilegio de inmunidad (que en la práctica más se ajusta al de impunidad) por el lapso de cuatro años, ya que los que salieran electos ahora tomarí­an posesión de sus cargos hasta el 2011 y cuántos más no lo vamos a hacer, cuando reduzcan a no más de 60 diputados el Congreso?

Bien dice el refrán «no se puede tapar el sol con un dedo», pues aparte que el grueso «pelotón» de coleros candidatos que siguen a enorme distancia a los punteros, que sumados significan tan sólo el 8.3 por ciento, están los que dicen que votarán en blanco, anularán su voto, los que argumentan que el voto es secreto o que definitivamente no van a ir a votar ya suman el 7.6 por ciento. ¿Entonces, la tendencia de los calificados de «indecisos» ¡se mantiene! y de seguir los candidatos tan flojos, carentes de argumentos sólidos y de programas de trabajo, qué podrán hacer para capturar el voto de los «indecisos»? ¿No todo apunta a que las elecciones del 2007 vayan a ser las que mayor abstencionismo pueden tener en la historia de los eventos electorales del paí­s?

Escribir lo anterior no es pecado ni falta, al contrario, es decir la verdad. Hace poco leí­ en las páginas del Diario La Hora que algún «analista polí­tico», que por cierto ¿de dónde habrán salido tantos?, que aseguraba que el crecimiento de la población indecisa crea incredulidad». Yo me pregunto: ¿Es que no es suficiente tanto incumplimiento de promesa para que los polí­ticos marrulleros de siempre hayan logrado terminar de perder el poco valor que les quedaba?